"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
JESÚS ES LA VID VERDADERA
1 « Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es
el viñador.
2 Todo sarmiento que en mí
no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más
fruto.
3 Vosotros estáis ya
limpios gracias a la Palabra que os he anunciado.
4 Permaneced en mí, como yo
en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no
permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.
5 Yo soy la vid; vosotros
los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque
separados de mí no podéis hacer nada.
6 Si alguno no permanece en
mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los
echan al fuego y arden.
7 Si permanecéis en mí, y
mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis.
8 La gloria de mi Padre
está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. (Jn. 15,
1-8)
Aquí
Jesús, ilustra su Palabra con “la parábola de la vid”. Esta planta, es muy
abundante en la tierra de Palestina, así que Jesús, les habla a sus discípulos
de algo muy conocido y apreciado…
La
vid, y sus sarmientos, siempre unidos para ser fecundos y dar fruto, porque la
savia de la vid, pasa de continuo por sus sarmientos y los hace fértiles. Por
esto, no se puede entender un sarmiento separado del tronco de la vid. Si esto
sucede, “el viñador, lo arranca y ya sin vida, se seca y acaba en el fuego.
Pero a las ramas que dan fruto, las poda para que den más fruto” …
El
Padre, es el viñador que, plantó la “Vid verdadera” que, es su Hijo, en la
tierra de este mundo. Pero a su pueblo escogido, Israel, los hizo comprender
esto con anterioridad, llamándolos: “viña escogida”, “plantel preferido”, como
así fue.
La
revelación de “Dios con nosotros”, en Jesús, fue paulatina, porque Dios, nunca
nos empuja y siempre se ofrece para ser acogido con libertad y suavemente. Pero
su pueblo, estaba preparado para acoger a Jesús, el Enviado del Padre… Mas,
“los suyos no lo acogieron”, se desgajaron del tronco de la Vid y en vez de
recibir savia divina, prefirieron caminar a su antojo y no permanecieron unidos
a la Vid. Ante este rechazo, Jesús, les reconvino con su “parábola de los
viñadores infieles”: “vendrá el dueño de la viña y dará la viña a otros y hará
perecer a los viñadores” (Lc. 20,16). “Jesús, es la piedra desechada por los
arquitectos y que se ha convertido en piedra angular del edificio de Dios”,
que, es su Reino…
Por
siete veces, repite Juan que, “han de permanece en Él para dar fruto”. Esta, es
la clave del Evangelio: nunca alejados de Jesús, siempre fieles a Él, por la fe
en su Palabra y el amor que, es el aglutinante: escuchar a Jesús y poner por
obra su Palabra de vida, es la garantía de permanecer en Él. “Y con esto,
recibe gloria mi Padre”, Porque Jesús oró: “Padre, quiero que, los que me has
dado, estén conmigo, como Yo estoy contigo, para que sean uno, como Tú y Yo
somos uno” … La gloria del Padre es el Hijo y también aquellos que, permanecen
en Él y reciben su savia: “no sólo ruego por éstos, sino por cuántos crean en
Mí por su palabra, para que todos sea en uno, como Tu, Padre estás en mí y Yo
en Ti para que el mundo crea que, Tú me has enviado; Y todo para que, el amor
con que me has amado esté en ellos y Yo en ellos”…
Se
nos habla de continuo de esa corriente de gracia y gloria que está en la
Trinidad y que Dios, por su Hijo, nos ha regalado a todo hombre, con tal que
creamos en Jesús y vivamos de su mismo Amor…
¡Oh
cuán importante es que, ofrezcamos a nuestro Dios, una fe robusta y viril que,
se entrega del todo y por todo a su voluntad qué es santa y santificadora!...
¡Qué
el Espíritu Santo, nos conceda esta fe luminosa, y se terminen ya de nuestra
vida, toda duda o perplejidad!... ¡Tú Señor, lo puedes todo!... ¡Te suplicamos
que, lo hagas!... ¡Amén, Amén!...
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