"Ventana abierta"
La Buena Semilla
El que encubre sus pecados no prosperará; mas
el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.
Proverbios 28: 13
El arrepentimiento, el despertar
de la conciencia
El arrepentimiento es la percepción del
desorden moral en el que estamos por naturaleza. Es el despertar de la
conciencia, que por fin se dirige a Dios.
El hombre que se arrepiente siente un horror
sincero por el mal que pudo hacer; no necesariamente porque haya cometido
pecados particularmente graves, sino porque en su vida no dejó ningún lugar a
Dios. En el arrepentimiento hay una luz de esperanza, un llamado más o menos
consciente a la misericordia divina.
El arrepentimiento se manifiesta por medio de
una actitud sincera (leer el Salmo 51),
mediante la confesión, primero a Dios, pues él es el primer ofendido, y luego a
los que hayamos causado algún daño: el cónyuge, un empleado… Se demuestra
reparando las faltas cometidas, siempre que sea posible, y apartándose de los
pecados confesados. El creyente recuerda las faltas cometidas, las que lo
humillan, pero al mismo tiempo se goza de la gracia que le fue concedida: ¡sus
pecados son perdonados!
Así, el arrepentimiento nos prepara para aceptar la gracia de Dios. Es un primer movimiento hacia Dios, pues por medio de él reconocemos que Dios tiene derecho a ser obedecido. Así, el que experimenta un verdadero arrepentimiento, por primera vez demuestra tener fe en Dios. ¡Confesamos nuestros pecados porque tenemos fe para ser perdonados! Dios ofrece su perdón a todos los que creen que Jesús llevó, en su lugar, todos sus pecados. “Dios… ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17: 30).
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