"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Todos compareceremos ante el tribunal de
Cristo… De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.
Romanos 14: 10,12
Es necesario que todos nosotros comparezcamos
ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho
mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.
2 Corintios 5: 10
El tribunal de Cristo para los
creyentes
A nadie le gusta estar ante un tribunal, sea
culpable o acusado por error. Antes de la audiencia, la mente está invadida de
preguntas: ¿Qué pena pedirá el fiscal? ¿Qué argumentos darán los abogados?
¿Cómo reaccionará el jurado? ¿Qué decidirá el juez? Todas estas preguntas
asustan, incluso si somos libres de culpa.
Después de que el Señor Jesús haya llevado a
los creyentes al cielo, estos comparecerán ante el “tribunal de Cristo”. Cada
uno tendrá que dar “a Dios cuenta de sí”. Se encontrará solo ante Dios. Pero no
habrá parte adversa, ni fiscal, ni jurado… Ese tribunal no se pronunciará sobre
la salvación de los que estén allí, pues esta ya fue confirmada por el juez
mismo: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús” (Romanos 8: 1). El castigo que merecían fue totalmente soportado
por Cristo en la cruz.
Pero allí Cristo dará su apreciación sobre la manera en que hayamos vivido y actuado. Todos los creyentes deben comparecer ante este tribunal. Allí veremos nuestra vida como el Señor la vio… Él sacará a la luz tanto lo bueno como lo malo; no para acusarnos, sino para resaltar su gracia. Es un alivio saber que nada quedará en la sombra, pues este acto proviene del juez justo, nuestro Salvador, el único que conoce todos los detalles de nuestra vida, con sus motivaciones. “Entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1 Corintios 4: 5).
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