"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL LUNES DE LA TRIGÉSIMA SEMANA DEL T.O. (1)
“Mujer, quedas libre de tu enfermedad”.
La lectura evangélica que nos brinda de la
liturgia para hoy (Lc 13,10-17) nos presenta el pasaje en el que Jesús cura a
una mujer que llevaba dieciocho años encorvada sin poderse enderezar. Este
milagro resalta por dos cosas: Lucas es el único que lo narra, y Jesús obra el
milagro sin que la mujer, ni nadie más se lo pida. Nos narra la lectura que Jesús
estaba enseñando en una sinagoga y al ver la mujer la llamó y le dijo: “Mujer,
quedas libre de tu enfermedad”. Luego hizo el gesto visible de imponerle las
manos, “y enseguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios.”
Muchos ven en esta narración un simbolismo
relacionado con la opresión a que estaban sometidas las mujeres en tiempos de
Jesús (simbolizada por el estar encorvada, que la mantenía en un estado servil
y no le permitía mirar a los hombres a los ojos) y que Jesús, al enderezarla,
le devuelve su dignidad. No obstante, lo cierto es que esa mujer encorvada nos
representa a todos los que estamos “encorvados”, oprimidos bajo el peso de
nuestros vicios, nuestros pecados, nuestras angustias, nuestros pesares.
La mujer estaba encorvada, no podía interactuar
con los que le rodeaban, no podía levantar los ojos al cielo. Como dijéramos al
comienzo, es de notar que ni ella se lo pide, ni nadie la trae ante su
presencia para que la sane; es Jesús quien se toma la iniciativa, la llama, la
cura, la “endereza”. Está claro que Jesús nos quiere erguidos, de pie, en
victoria. Por eso nos libera de nuestras “cargas” pesadas (“Vengan a mi…” Mt
11,28), levanta a los que están postrados, como la suegra de Pedro (Mc 1,3-31).
Ese “levántate” que encontramos también en el Antiguo Testamento, en el que
vemos actuar a un Dios que “levanta del polvo al desvalido” (1 Sam 2,7-8; Sal
113,7), y “levanta al pobre de la miseria” (Sal 107,41).
Estar de pie es sinónimo de libertad, de la
dignidad propia de los hijos de Dios. Dios nos creó para ser felices y libres,
no para ser esclavizados, ni oprimidos, ni caídos, ni deprimidos. Por eso
cuando vio a su pueblo esclavizado en Egipto decidió intervenir en la historia
para llevar a cabo el gesto liberador del Éxodo. Se trata de una manifestación
de la Misericordia Divina.
Ahora vivimos esclavizados, oprimidos,
“encorvados” bajo el peso de nuestros pecados, nuestros vicios. Y ese peso nos
impide avanzar, nos impide ver nuestro entorno con claridad, nos impide fijar
la mirada en el cielo, nos impide “glorificar a Dios”, como hizo la mujer
encorvada tan pronto Jesús la enderezó.
Hoy Jesús quiere enderezarnos a nosotros
también. Nos invita a poner a sus pies todas nuestras cargas pesadas,
materiales o espirituales, que nos mantienen encorvados. Si lo hacemos y nos
postramos ante Él, nos impondrá su mano poderosa, nos “pondrá derechos”, y como
la mujer encorvada, glorificaremos a Dios.
Que pasen todos una hermosa semana llena de
PAZ.
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