"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL MARTES DE LA TRIGÉSIMA SEMANA DEL T.O. (1)
El reino de los cielos “se parece a un grano de
mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y
los pájaros anidan en sus ramas”.
El Evangelio de hoy (Lc 13,18-21) nos presenta
dos “extractos” del discurso parabólico de Jesús acerca del Reino, y nos
presenta dos perspectivas del Reino: la extensión del mismo, representada por
el grano de mostaza, y su intensidad, representada por la levadura.
Cuando Jesús intenta explicar a sus discípulos
la naturaleza del Reino, está consciente que no resulta fácil hacerlo en una
manera que sea comprensible, pues se trata de algo “que no es de este mundo”
(Jn 18,36), algo que ya ha llegado pero que todavía no ha alcanzado su plenitud
(“Ya, pero todavía…”). Por eso tiene que recurrir a comparaciones, al uso de
parábolas.
Son tantas las alusiones de Jesús al Reino
citadas por Lucas, que resultaría impráctico citarlas todas en tan breve
espacio. A manera de ejemplo, comienza diciendo que Él ha venido a anunciar la
“buena nueva” del Reino de Dios (4,43); declara “bienaventurados” a los pobres,
porque a ellos les pertenece el Reino (6,20); envía a los “doce” a proclamar el
Reino (9,2); anuncia que el Reino “está cerca” (10,9-11); cuando enseña a sus
discípulos a orar les instruye que digan: “venga a nosotros tu Reino”; dice que
de los niños, y de los que son como ellos es el Reino (18,16); y finalmente, el
buen ladrón le dice a Jesús: “acuérdate de mí cuando vayas a tu Reino” (23,42).
El Reino, eso por lo que hay que dejar casa,
mujer, hermanos, padre e hijos (18,29), rebasa toda comprensión por parte de
los discípulos. Pero para que no se desanimen, les asegura que con los pocos
recursos que tienen, pueden llevar a cabo su misión.
Para ello recurre primero al grano de mostaza,
la semilla más pequeña de todas (los representa a ellos, los humildes comienzos
del Reino), que cuando se planta y crece se convierte en un arbusto en el que
anidan los pájaros. El Reino es algo que crece, que “brota” de la tierra, como
lo hace una semilla cuando germina; es la vida misma que se abre paso poco a
poco para romper la tierra que la aprisiona, y alzarse sobre ella. Nos enseña
que el Reino no es algo estático, circunscrito a unos límites territoriales o
temporales. Tiene que crecer y ha de seguir creciendo, aunque a veces su
crecimiento sea lento, casi imperceptible.
La levadura, por su parte, le imparte a la
imagen del Reino que Jesús quiere transmitir ese elemento de potencia de
transformación que ocurre de forma casi imperceptible, como cuando la masa se
mezcla con la levadura viva y se deja cubierta para esperar que fermente, y se
transforma en una hogaza lista para ser metida en el horno. El Reino ha
de seguir transformándose, creciendo, hasta llegar a su plenitud en el día
final, cuando se lleven a cabo las bodas del Cordero (Cfr. Ap 21).
Jesús nos envía a proclamar la buena noticia
del Reino. Tenemos que seguir regando la semilla para que germine, rogándole al
Señor que envíe operarios a su mies (Mt 9,38; Lc 10,2). Anda, ¡atrévete!; la
paga es abundante: la Vida eterna (Cfr.
Rm 6,23; Mt 10,32).
No hay comentarios:
Publicar un comentario