"Ventana abierta"
La Buena Semilla
En los postreros días vendrán tiempos
peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos,
soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos.
2 Timoteo 3: 1-2
El Señor… es paciente para con nosotros, no
queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
2 Pedro 3: 9
La decadencia
“¿Qué planeta vamos a dejar a nuestros hijos?”.
Esta pregunta, repetida cada vez más a menudo, revela la inquietud general de
nuestros contemporáneos. El terrorismo, las guerras, los problemas climáticos,
económicos y sociales son temas serios frente a los cuales estamos desarmados.
Ante el espectáculo de tanta violencia y
desorden, muchas personas deducen que un Dios justo y bueno no existe. Sin
embargo, la Biblia nos enseña que Dios no creó la tierra tal como está ahora:
todo lo que hizo era “bueno en gran manera” (Génesis 1: 31).
La aterradora explosión de inmoralidad a la que
asistimos y la pérdida de referencias morales son la consecuencia del pecado y
del rechazo a Dios.
Es un camino sin esperanza de mejoría, sin
esperanza de un retorno colectivo a Dios. Pero hace más de 2000 años Jesús vino
a la tierra, no para poner orden en este desastre, pues no vino para juzgar,
sino para salvar a todo el que cree en él. Dios lo envió para expiar nuestros
pecados que nos separaban de él. Aceptarlo como Salvador nos permite conocer el
amor de Dios.
Reconozcamos nuestro fracaso interior y aceptemos personalmente la gracia del Dios que nos ama. Él quiere liberarnos y darnos una vida nueva, con base en el sacrificio de su Hijo Jesucristo, quien murió por nosotros en la cruz, y luego resucitó.
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