"Ventana abierta"
La Buena Semilla
(Jesús dijo:) Yo soy el pan vivo que descendió
del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre.
Juan 6:51
La vida eterna
Esta es una carta poco común que me envió un
viejo amigo:
“Creo que pronto llegaré a la cumbre de la
montaña. El camino me parece cada día más corto. ¡El final no debe estar muy
lejos!
No hace mucho tiempo la fuerza de la juventud
me empujaba hacia adelante. El mundo con toda su gloria estaba ante mí. Subí
fácilmente las escaleras del éxito; creía que todo iba sobre ruedas. Me parecía
que la carrera política, el poder y la riqueza eran el resultado de mi
inteligencia y mi energía.
¿Y ahora? Al final de mi vida todo empieza a
perder su sentido. ¡Cuánto te agradezco por no haberme abandonado! Muchas veces
me mostraste mi estado de perdición. Yo te consideraba como un atrasado, y a
menudo me burlaba de tus palabras de advertencia.
Sin embargo, cuando mi querida esposa murió, de
mis ojos cayeron como unas escamas. Vi con qué gozo ella se fue hacia su
Salvador, y comprendí que yo no tenía la misma seguridad. Con lágrimas reconocí
ante Jesucristo la culpabilidad que había amontonado durante mi carrera política.
El Señor Jesús perdonó todos mis pecados y me dio la vida eterna. Ahora ya no
tengo miedo ante la muerte”.
“Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.
Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, y dices: Convertíos, hijos de los
hombres. Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó…
son como sueño, como la hierba que crece en la mañana. En la mañana florece y
crece; a la tarde es cortada, y se seca…
Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,
que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90: 2-12).
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