"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL MARTES DE LA DÉCIMA SEXTA SEMANA DEL T.O. (1)
¿Te interesa pertenecer a la familia de Jesús?
“Todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi
hermano, mi hermana y mi madre”.
Como primera lectura para hoy la liturgia nos
presenta la narración del hecho que sella definitivamente la liberación del
pueblo judío de la esclavitud en Egipto: el cruce del Mar Rojo, la culminación
de la Pascua, y el comienzo de la marcha a través del desierto (Ex 14,21-15,1).
Este es un hecho salvífico tan importante, que
marcó un hito en la historia y la fe del pueblo de Israel, y en nuestra propia
fe, al punto de que tanto judíos como cristianos estamos convencidos que
aquella noche Yahvé salvó a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Así lo
proclamamos en el pregón pascual que cantamos la noche de la Vigilia Pascual:
“Ésta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y
les hiciste pasar a pie el Mar Rojo”.
El mismo pregón nos recuerda, que al igual que
en aquella primera noche de Pascua Yahvé libró a su pueblo elegido de la
esclavitud en Egipto, Jesús, con su Pascua, nos liberó a nosotros, el nuevo
pueblo de Dios, del pecado y de la muerte: “Esta es la noche en que, rotas las
cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo”. Y más adelante
añade: “Esta es la noche en la que, por toda la tierra, los que confiesan su fe
en Cristo son arrancados de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia y agregados a los santos”.
Finalmente, la oración que sigue a la tercera
lectura de la Vigilia, nos dice: “el Mar Rojo fue imagen de la fuente
bautismal, y el pueblo liberado de la esclavitud, imagen de la familia
cristiana”. Esta oración nos sirve de introducción a la lectura evangélica que
nos propone la liturgia para hoy, el pasaje conocido como “la verdadera familia
de Jesús” (Mt 12,46-50):
“Todavía estaba hablando a la multitud, cuando
su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien
le dijo: ‘Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte’. Jesús
le respondió: ‘¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?’. Y señalando con
la mano a sus discípulos, agregó: ‘Estos son mi madre y mis hermanos. Porque
todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi
hermano, mi hermana y mi madre’”.
“Todo el que hace la voluntad de mi Padre que
está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Con esta
aseveración Jesús destaca que aún su propia madre es más madre de Él por hacer
la voluntad del Padre que por haberle parido. Más aun, nos está ofreciendo a
todos el calor y la intimidad de una familia. Esta postura es cónsona con su
predicación del Amor como fundamento de la nueva Ley. Ya no se trata de un Dios
distante (relación vertical), inalcanzable, a quien debemos someternos. Con
Jesús hemos pasado a formar parte de la “familia divina”, en la que todos somos
hermanos y hermanas en Cristo Jesús (relación horizontal) y adquirimos el
carácter de hijos del Padre.
¿Te interesa pertenecer a la familia de Jesús?
“Todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi
hermano, mi hermana y mi madre”.
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