"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
BUSQUÉ AL AMOR DE MI ALMA Y LO ENCONTRÉ
1 El primer día de la semana va María
Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra
quitada del sepulcro.
11 Estaba María junto al
sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro,
12 y ve dos ángeles de
blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y
otro a los pies.
13 Dícenle ellos: «Mujer,
¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no
sé dónde le han puesto.»
14 Dicho esto, se volvió y
vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
15 Le dice Jesús: «Mujer,
¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del
huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo
me lo llevaré.»
16 Jesús le dice: «María.»
Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» - que quiere decir: «Maestro» -.
17 Dícele Jesús: «No me
toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y
diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.»
18 Fue María Magdalena y
dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas
palabras. (Jn. 20, 1.11-18)
María Magdalena es la mujer que después de María, la
Madre de Jesús, lo amó con locura de amor. Dice en otro momento la Escritura
que Jesús la libró de siete demonios y el número siete, es un número perfecto
en la Biblia, así que deducimos que “su demonio”, que la poseía, era muy
poderoso. Y de este Enemigo, irreconciliable con Dios, la libró Jesús dejando
su espíritu pacificado e inclinado al bien y al amor... María había sufrido
esta tortura y al que le arrebató este mal le estaría infinitamente
agradecida... ¿Qué no haría la Magdalena para complacer a Jesús, cuando Éste
vivía entre ellos?... Pero del Maestro aprendió que lo que más le agradaba era
que escuchara su Palabra y la pusiera en práctica. Y para Jesús el primero y
único mandamiento era: “amar a Dios y amar a los hombres, como Él mismo los
amaba”...
Si María amó a Jesús, Él no se dejó ganar en generosidad
y la amó con amor de predilección. A Jesús le gustaba llamarla por su nombre:
“¡María!”, señal esta de que la conocía desde su Corazón, como cosa suya...
Pero es que el amor de María al Señor no era sólo de palabra, sino que sus
obras la acompañaron siempre, porque era una mujer veraz y fiel. ¿Quién lo
acompañó hasta el final cuando su Amado no tenía figura y en la cruz sólo reclamaba
compasión y un amor dolorido?: María su Madre, y ella, junto a María y apenas
otra mujer, dieron testimonio de que el corazón compasivo de la mujer siempre
está dispuesto a remediar cualquier desgracia, porque es un corazón lleno de
amor y sale de sí “en busca de su Amado”, para, a veces, sólo estar allí
derramando amor y consuelo...
Y Jesús, que todo lo penetra, después de “reconocer” a
la Magdalena, la hizo apóstol de sus apóstoles y la envío con esta orden: “Ve a
mis hermanos y diles: “he visto al Señor y me ha dicho esto”. Y es que al que
amó mucho, no sólo se le perdonaron los muchos pecados, sino que es elegida la
primera para llevar la Buena Nueva por el mundo entero... ¡Es curioso, que este
envío de Jesús por boca de una mujer, no fuera bien acogido por los varones
Apóstoles!: “¡Y ellos, no la creyeron!”. Y es que Jesús rompe nuestros esquemas
mentales llenos de prejuicios: si Dios la ha elegido y amado entre todos, ¿por
qué siempre tenemos que enmendar a Dios y sugerirle qué es lo bueno para nosotros
y para salvar al mundo?... Dios menosprecia nuestros pensamientos y decisiones
sin Él, porque Dios es Dios y al habernos creado por amor, sabe lo que nos hace
falta...
¡Entreguemos nuestra alma y ser a Jesús, con el mismo
amor y pureza con que lo hizo una mujer, que supo lo que era estar poseída por
otro dueño: el Diablo! Y ella recuperó, por el amor de Jesús, toda su persona y
la puso a los pies de Jesús mismo, para lo que Él quisiera de ella y fue fiel
discípula, escuchando con el corazón la voluntad de su Señor y Dueño: toda su
vida volcada en Él: “El que pierda su vida (amándome) por Mí, la encontrará
para siempre jamás”...
¡Oremos y oremos, para que Jesús nos posea así!…
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