"Ventana abierta"
La Buena Semilla
(Jesús dijo:) Yo soy la vid verdadera, y mi
Padre es el labrador… Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no
puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco
vosotros, si no permanecéis en mí.
Juan 15: 1, 4
Yo soy la vid* verdadera
(7)
En el Antiguo Testamento, la viña simbolizaba
al pueblo de Israel (Salmo 80; Isaías 5; Jeremías 2). ¡Qué sorpresa para
los discípulos escuchar a Jesús decir: “Yo soy la vid verdadera”! Si querían
llevar fruto para Dios y agradarle, no era suficiente pertenecer a ese pueblo:
debían permanecer en Jesús. Esto también es cierto para nosotros, cristianos.
Si podemos hacer cosas que agraden a Dios, es porque estamos unidos a Jesús,
¡no a la cristiandad o a una congregación!
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos…
separados de mí nada podéis hacer”, dijo Jesús. Los discípulos pertenecen a su
Señor, como los sarmientos están unidos a la viña. Entonces pueden llevar
fruto, es decir, reproducir los caracteres de Jesús. Así como la savia va de la
cepa a los sarmientos (pámpanos), la vida de Jesús va de él a nosotros y se
manifiesta en amor, gozo, paz, paciencia, santidad…
Para que los sarmientos puedan dar más fruto,
es necesario quitarles las ramas inútiles y sin fruto. Este trabajo representa
la formación y la disciplina de Dios hacia el creyente. Puede hacerse a través
de las pruebas, pero primero se hace mediante la lectura de la Palabra de Dios
y la obediencia a lo que nos dice. Leer la Biblia puede ser doloroso, pues ella
nos muestra lo que somos realmente. Discernimos pensamientos, tendencias que
deben desaparecer para que nuestra vida sea más conforme al pensamiento de
Dios. El cultivador, es decir, Dios, actúa en ese sentido. Nuestra
responsabilidad es aprender de él cada día.
*La vid es la cepa o el tronco de la viña.
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