"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Esta es la confianza que tenemos en él (Dios), que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
1 Juan 5: 14-15
Comando de voz
Mi tía es anciana y vive sola cerca de mi casa,
pero por medio de su voz puede marcar mi número telefónico automáticamente.
Sabe que basta llamarme por mi nombre para recibir ayuda en todo momento. Y es
justamente lo que hace, incluso para los más pequeños problemas.
¡Hagamos como ella! Aprovechemos la relación
permanente que existe entre la tierra y el cielo: una línea que nunca está
ocupada. Basta con pronunciar el nombre de Dios, y ya tenemos la seguridad de
que él nos oye.
La oración no consiste en recitar frases de
memoria en cualquier circunstancia, sino en un contacto directo y personal con
nuestro Creador, para pedirle su ayuda. Jesús habló de un hombre que hizo una
oración muy breve: “Dios, sé propicio a mí, pecador” (Lucas 18: 13).¡Y fue
perdonado inmediatamente!
El cristiano también sabe que puede orar al
Señor para contarle sus pequeños problemas cotidianos. Tenemos un Dios muy
grande, para quien nada es demasiado pequeño cuando eso tiene que ver con sus
hijos. ¡Nunca lo cansaremos! Un niño no teme molestar a sus padres para que le
saquen punta al lápiz, le amarren el cordón de su zapato o respondan a sus
múltiples preguntas, incluso si son inocentes y formuladas en un lenguaje infantil.
“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos” (Mateo 6: 6-7).
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