Cuando hablamos de San Juan Bautista, de
inmediato lo relacionamos con el Bautismo de Jesús en el Río Jordán, con el
personaje que vivió en el desierto, vestido con pieles y se alimentaba de
saltamontes y miel silvestre. Su padre fue Zacarías, sacerdote del templo de
Israel y su madre Isabel, prima de la Santísima Virgen María.
Otro dato importante es que Juan viene a ser la
línea divisoria entre los dos Testamentos, el Antiguo y el Nuevo. Así lo
atestigua el mismo Señor, cuando dice: “La ley y los profetas llegaron hasta
Juan” Lucas 16,16.
A San Juan Bautista se le conoce como el “precursor”, por haber nacido seis meses antes que Jesucristo.
En el primer
capítulo de San Lucas se narra que Zacarías era un sacerdote judío casado con
Santa Isabel y no tenían hijos porque ella era estéril. Estando ya de edad muy
avanzada, el ángel Gabriel se le apareció a Zacarías de pie a la derecha del
altar y al dudar del anuncio queda mudo, hasta el nacimiento del niño.
El ángel había encargado a Zacarías ponerle por
nombre Juan. Con el nacimiento del niño, Zacarías recupera su voz y lo primero
que dice es: “Bendito el Señor, Dios de Israel”.
Es así que el Calendario Litúrgico celebra el 24 de junio la Fiesta del
nacimiento de San Juan Bautista, siendo el único Santo que la Iglesia recuerda
el día de su nacimiento, ya que generalmente se celebra el día de la muerte o
martirio de los Santos y Santas.
La Iglesia recuerda también el 29 de agosto, el Martirio de San Juan Bautista, es decir que San Juan, tiene doble celebración.
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