"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Al salir él (Jesús) para seguir su camino, vino
uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno,
¿qué haré para heredar la vida eterna? … Jesús, mirándole, le amó.
Marcos 10: 17, 21
La mirada divina (1) – Jesús,
mirándole, le amó
Lea Marcos 10: 17-27
Un hombre se acercó a Jesús. Era una persona
influyente, un jefe del pueblo judío (Lucas 18: 18); era rico. Siempre
había guardado los mandamientos de la ley, en resumen, era “una buena persona”,
como diríamos hoy. Pero en el fondo de su corazón le faltaba algo, una
seguridad para el más allá. Entonces fue a Jesús de quien había oído hablar y
le preguntó qué debía hacer para obtener la vida eterna. Jesús reconoció sus
cualidades, pero también discernió lo que no iba bien en su vida: daba
prioridad a sus riquezas. ¿Le habló con dureza? No, “Jesús, mirándole, le amó”.
Luego le dijo: “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los
pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz” (v. 21).
Quizás usted sea como ese hombre rico:
aparentemente todo va bien, lleva una vida tranquila y honesta, no le falta
nada. Pero se siente insatisfecho y atribulado por incertidumbres que solo
usted conoce. ¡Hay alguien que tiene la solución, es la misma persona de hace
2000 años! Sí, este hombre llamado Jesús vive siempre, pues es Dios. Un día
dejó el cielo y vino a la tierra a compartir nuestra condición humana. Dio su
vida en la cruz y solucionó el problema del pecado que separa a todo hombre de
Dios y le impide ser feliz. ¿Podría probarle su amor de una mejor manera? Él
resucitó y subió al cielo. Desde su nacimiento, vela por usted y le ama.
¿Quiere escucharlo? Por medio de la Biblia, él desea hablarle y mostrarle el
camino de la vida.
(mañana continuará)
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