"Ventana abierta"
La Buena Semilla
(Jesús dijo:) En esto es glorificado mi Padre,
en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
Juan 15: 8
Si vosotros permaneciereis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos.
Juan 8: 31
Ser un discípulo
En los versículos de hoy percibimos cuánto
anhelaba Jesús que quienes lo rodeaban lo siguiesen. Por supuesto, deseaba que
sus conciudadanos creyesen en él y lo reconociesen como el Hijo de Dios. Pero
deseaba aún más tener verdaderos discípulos, personas fieles y devotas que le
siguiesen.
Esto nos llama la atención: nosotros que
recibimos la salvación por fe, no nos conformemos con ser salvos y tener el
perdón de nuestros pecados. Nuestro Salvador espera de nosotros una verdadera
consagración a su servicio. Desea que llevemos fruto para él, mucho fruto. Este
fruto puede ser personas que hayamos conducido a la fe y a la salvación. Sin
embargo, también se trata sencillamente de una vida cotidiana santa, apacible,
consagrada, un comportamiento que muestre que somos cristianos. Nuestro Dios
aprecia ver en la tierra hombres y mujeres en quienes se pueda reconocer su
unión a Jesús (Hechos 4: 13).
El segundo versículo nos da la clave para estar
a la altura de dicha tarea. La buena voluntad no basta, también es necesario el
discernimiento de la voluntad de nuestro Padre. Allí interviene la lectura de
la Biblia, Palabra viva que nos enseña, nos corrige y nos conduce a una buena
“higiene” espiritual. Leamos el santo libro diariamente, para “que seáis llenos
del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual,
para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en
toda buena obra” (Colosenses 1: 9-10).
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