"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como
Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Grande es este
misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.
Efesios 5: 25, 32
Cristo y su Iglesia
Entre los misterios revelados en el
Nuevo Testamento está el de la Iglesia, la esposa del Cordero (Apocalipsis
21: 9). Dios emplea esta expresión para mostrarnos el carácter íntimo de la
relación que une a la Iglesia con su Señor. La Iglesia es el conjunto de todos
los que creyeron en Jesús y recibieron la vida eterna.
El apóstol Pablo escribe: “Os he desposado con
un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo” (2
Corintios 11: 2). El período actual corresponde al tiempo durante el cual
Cristo prepara a su Iglesia para el día de la boda: “La sustenta y la
cuida” (Efesios 5: 29); pronto se la presentará “a sí mismo, una iglesia
gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino… santa y sin
mancha” (Efesios 5: 27).
Es necesario ir al final del santo Libro para
descubrir el resultado del plan de Dios: “Gocémonos… démosle gloria; porque han
llegado las bodas del Cordero” (Apocalipsis 19: 7). Asociada al gran
Vencedor, la Esposa participará de su reinado de justicia y paz en la tierra
durante mil años (Apocalipsis 20: 6), antes de que “un cielo nuevo y una
tierra nueva” sean establecidos. Entonces leemos: “Vi la santa ciudad, la nueva
Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada
para su marido… He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres… ellos serán su
pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Apocalipsis 21: 1-3).
Mientras esperamos esta eternidad gloriosa, “el Espíritu y la Esposa dicen: Ven” (Apocalipsis 22: 17).
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