"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te
apoyes en tu propia prudencia.
Proverbios 3: 5
Esperad en él en todo tiempo… derramad delante
de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio.
Salmo 62: 8
Confiar en Dios en todo tiempo
A menudo nuestra vida transcurre en medio de
pequeñas dificultades que desaparecen tan pronto como llegan. Quizá las
resolvimos nosotros mismos, pensando que era inútil hablar de ellas a Dios
nuestro Padre. Pero un día llegan obstáculos más serios, por ejemplo, una
enfermedad, un accidente, preocupaciones profesionales… Como de costumbre,
rápidamente buscamos soluciones. Dudamos unos instantes y luego tomamos el
control de nuestra vida. Tratamos de enfrentarnos al problema, o quizá damos
vueltas sin hallar la solución.
¿Dejaríamos a Dios de lado en los detalles de
nuestra vida cotidiana? ¿Lo habríamos olvidado? No hemos perdido la fe en la
obra del Señor Jesús quien nos salva, ni la convicción de que nos preparó un
lugar junto a él en la casa del Padre. Pero hemos olvidado momentáneamente esta
confianza efectiva, “en todo tiempo”, experimentada por sus hijos, y que
nuestro Dios merece.
¿Acaso nuestro Padre no tiene inmensas riquezas
de bondad, sabiduría, fidelidad y poder reservadas para nosotros? Nos privamos
de ellas por falta de una fe activa y constante, dependiente de Dios. Pero él
nos ama, y no quiere eso para sus hijos. Al contrario, desea vernos crecer en
el conocimiento de su amor, y disfrutar de su ternura en cada paso del camino.
Entonces los obstáculos que Dios permite avivan y fortalecen nuestra fe.
Por medio de la oración, aprendamos a dejar en
sus manos todas nuestras situaciones, sean insignificantes, felices o
difíciles; él nos dará la paz y la serenidad, a pesar de la prueba.
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