"Ventana abierta"
De la
mano de María
Héctor
L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN
PARA LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN
Patrona de marineros, pescadores,
y todos los que se hacen a la mar.
Hoy celebramos la Fiesta de Nuestra Señora del
Carmen, también conocida simplemente como la Virgen del Carmen, Nuestra Señora
del Monte Carmelo, Flor del Carmelo, y Stella Maris (Estrella
del Mar).
Esta es una de las advocaciones más antiguas,
si no la más antigua, de la Virgen María. Deriva su nombre del Monte Carmelo
(del hebreo Karmel, o Al-Karem, que quiere decir
“jardín”), que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la vista
del puerto marítimo de Haifa. Fue en este monte que el profeta Elías tuvo la
visión de la nube (1 Re 18,44) que pondría fin a la sequía que había azotado la
región.
Desde los primeros ermitaños que se
establecieron en el Monte Carmelo, se ha interpretado la nube de la visión de
Elías (1 Re 18,44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Una tradición
dice que Elías interpretó la visión de aquella nube como un símbolo de la
llegada del Salvador esperado, que nacería de una doncella inmaculada para
traer una lluvia de bendiciones. Desde entonces, aquella pequeña comunidad que
tenía por hogar el Monte Carmelo, se dedicó a rezar por la que sería madre del
Redentor, comenzando así la devoción a Nuestra Señora del Monte Carmelo.
Fue en ese lugar que, en el siglo XII, un grupo
de hombres, inspirados por el profeta Elías, fundó la orden de los Carmelitas.
Dijimos que otro nombre por el cual se conoce a
la Virgen del Carmen es Estrella del Mar, o Stella Maris. Antes de
que existieran las brújulas, ni los medios de navegación electrónicos modernos,
los marineros se guiaban por las estrellas. Cuando los sarracenos invadieron el
Carmelo, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar por un tiempo el
monasterio. Otra antigua tradición dice que antes de partir se les apareció la
Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su
Estrella del Mar. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella
del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que
es Cristo. Por eso también es patrona de marineros, pescadores, y todos los que
se hacen a la mar.
En Puerto Rico, por ser fiesta litúrgica, se
contemplan las lecturas propias de la celebración.
Como primera lectura se nos presenta el pasaje
en que Zacarías (2,14-17) profetiza el jubiloso acontecimiento del nacimiento
del Salvador: “Grita de júbilo y alégrate, hija de Sión: porque yo vengo a
habitar en medio de ti –oráculo del Señor-”. “Hija de Sión” es uno de los
nombres que se le daban en el Antiguo Testamento al pueblo de Dios (en
referencia al Monte Sión, centro de la Historia de la Salvación).
Cuando en la Anunciación el ángel saluda a
María diciéndole “Alégrate, llena de gracia”, la Virgen está representando al
nuevo Pueblo de Dios. Por eso “Hija de Sión” es también uno de los títulos que
se dan a Nuestra Señora, invitada por Dios a una gran alegría, que expresa su
papel extraordinario de madre del Mesías, convirtiéndose en la mujer que desde
antaño veneraban los ermitaños del Monte Carmelo, sin conocer su identidad,
pero sí su misión de convertirse en madre del Redentor.
Hoy, en esta celebración de Nuestra Señora,
pidámosle que sea nuestra Estrella del Mar que nos dirija al puerto seguro que
es su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
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