Mariela nace en el Puerto de Santa María, Cádiz, la mayor de dos hermanos.
La bautizan el 27 junio y hace su Primera comunión el 25 mayo de 1931… Con 12 años, estando en la feria de Sevilla, su padre fallece en un accidente de avioneta. Esto le cambió la vida. Se hizo más callada y más seria.
Estudió en el colegio del Valle donde era muy apreciada entre sus compañeras por su inteligencia y por su saber hacer
Mucha parte de su vida la entregó en los colegios como maestra, como “compañera” (añade una de sus antiguas alumnas hoy también rscj) y Maestra de estudios: pasa en Chamartín 1 año y en el Valle 4, antes de la probación; y luego, entre el Valle, Rosales y Chamartín 11años; estuvo destinada en la antigua Provincia del Norte 5 años, en Barcelona y Media Luna; y volvió al sur, a Priego de Córdoba, Granada donde estuvo 8 años viviendo en La Chana y trabajando en el Colegio; en Torreblanca otros 8 años, en Santa Mªde Huerta 3 años como Ecónoma, en Aracena en la Acogida de la casa de oración y, por último en Verónica (Sevilla) dedicada a la oración apostólica hasta que sufrió el ictus cerebral. Los dos últimos años de su vida los pasó ya en la nueva enfermería de Granada.
Durante varios años su madre venía a vivir a la comunidad de La Chana, y otras veces a la de Torreblanca, posibilitando así que su única hija la cuidara… Su madre se hacía querer porque era dulce y muy educada, no daba un ruido… A veces le decíamos a Mariela que su madre era mucho más cercana que ella…y le molestaba y le gustaba a la vez…En el Colegio menor de La Chana la pudimos disfrutar bastantes años y las que convivieron con ella recuerdan con cariño su particular y rica manera de ser. Porque Mariela era una persona de grandes contrastes. Al mismo tiempo podía reñirte por su exigencia que acogerte con su cariño y dedicación. Una candidata que la tuvo como acompañante en esta comunidad recuerda su firmeza junto a sus detalles, su rectitud junto a cómo llegaba al corazón de las personas.
Muy sensible a todo lo que era la belleza, ya fuera de la naturaleza, o viendo un pájaro, acariciando a un gato o contemplando un niño…
Es atrevido intentar una semblanza de Mariela. Podría compararse con esos frutos sabrosos, dulces y tiernos que se presentan envueltos en una cáscara si no amarga, sí fuerte y rugosa que hay que romper.
Mujer profunda en la que todo hacía eco, como un pozo… Inteligente, clara, rápida, con tendencia marcada a lo perfecto, acabado, ordenado, limpio…, con una intuición certera y pasión por lo auténtico… Activa, trabajadora, creativa… Le jugaba malas pasadas su impaciencia…a veces repetía (cuando se desesperaba de no entender algo y se daba cuenta de su impaciencia) aquello de "si quieres ser feliz como me dices, no analices, muchacho, no analices"
Recibió muchísimos dones del Señor. Pienso que era consciente de ello y le brotaba una humildad sencilla. De su puño y letra escribía a una persona el poema de León Felipe:
Una verdad que la retrata y nos retrata porque aúna la realidad con la esperanza, la riqueza de la diversidad con la confianza en la bondad de todos y, sobre todo, en Dios.
Su entrega total nos contagiaba compasión, respeto y ternura.
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