"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
MISIÓN DE LOS 72
1 Después de esto, designó el Señor a otros
72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a
donde él había de ir.
2 Y les dijo: « La mies es mucha, y los
obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
3 Id; mirad que os envío
como corderos en medio de lobos.
4 No llevéis bolsa, ni
alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.
5 En la casa en que
entréis, decid primero: "Paz a esta casa."
6 Y si hubiere allí un hijo
de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros.
7 Permaneced en la misma
casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No
vayáis de casa en casa.
8 En la ciudad en que
entréis y os reciban, comed lo que os pongan;
9 curad los enfermos que
haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros."
10 En la ciudad en que
entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid:
11 "Hasta el polvo de
vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed,
con todo, que el Reino de Dios está cerca."
12 Os digo que en aquel Día
habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad. (Lc.
10, 1-12)
Para la misión que Jesús nos ha encomendado, nos manda
de dos en dos: si uno va solo y se cae, ¿quién lo levantará? La ayuda fraterna
es un mandato de Jesús. El Espíritu está prometido “cuando dos o tres se reúnen
en su Nombre”: juntos planean la misión, juntos se sostienen en la fe y en los
decaimientos y juntos se enardecen en el amor a Dios y a los pobres. Pero para
esta encomienda, tan sólo armados con la espada afilada de la Palabra de Dios y
la fe en la ayuda del Espíritu Santo, hay pocos obreros…
Muchos hombres desean escuchar la Buena Nueva de que
Dios nos ama gratuitamente, pero el cristiano ha de ir también desprovisto de
todo apoyo humano, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria de ser
sanado y amar, no viene de nosotros, sino de Dios.
No al dinero y sí a la fe en la Providencia; no a llevar
protección para el camino, porque “mi fuerza es el Señor”; no al discurso
preparado, sino a la improvisación del soplo del Espíritu y una sola palabra de
vida: “Paz a esta casa y a tu corazón, el Reino de Dios ya está cerca de ti,
Dios te ama y ha dado su vida por ti”…¿Que para esta misión hay pocos obreros?,
pues pidamos a Dios, que Él da generosamente, pero hagámoslo con perseverancia,
sin cansarnos, una y mil veces pedir y pedir y esperar sentados a la puerta de
nuestra esperanza segura, porque sabemos bien de quién nos hemos fiado y Él es
fiel…
¡Señor, envíanos obreros a tu mies, tu amor lo necesita!
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