"Ventana abierta"
PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?
Lectura del santo
evangelio según san Marcos 10, 46-52
Maestro, haz que pueda ver.
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus
discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba
sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno,
empezó a gritar: "Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí." Muchos
lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: "Hijo de David, ten
compasión de mí." Jesús se detuvo y dijo: "Llamadlo." Llamaron
al ciego, diciéndole: "Ánimo, levántate, que te llama." Soltó el manto,
dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: "¿Qué quieres que haga
por ti?" El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver." Jesús
le dijo: "Anda, tu fe te ha curado." Y al momento recobró la vista y
lo seguía por el camino.
SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?
Distintos laicos
hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio
desde una dimensión de la vida laical.
DESDE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
(mujer, casada, dos
hijos, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)
Cuando se tienen
hijos adolescentes, e incluso cuando son niños, o siempre que estés trabajando
o cuidando de niños, tienes la sensación de que por más que les repitas las
cosas, parecen que nunca las han escuchado o que las oyen por primera
vez. Con mucha paciencia, tratas de que entiendan lo que para ti es fácil
de entender, de vivir, de hacer. Pero ellos NO LO VEN, no lo ven como nosotros,
no son capaces de ponerse en los zapatos de los otros, ahora bien, nosotros
tampoco sabemos ponernos en su lugar.
No ver las cosas, estar ciegos, es muy duro, cuántas veces hemos pedido Dios
que podamos ver, que nos dé luz sobre muchas cosas, sobre cómo educar, sobre
cómo dar testimonio de la fe en la familia, que nos arroje luz sobre lo que
sienten porque a veces se vuelven herméticos, que nos cure de la ceguera de
tanto amor que les tenemos para ver la realidad de sus vidas. Con estas dudas,
con estas preguntas, grito al Señor, ¡ten compasión de mí!
TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el
texto?
(mujer, soltera, trabaja,
pertenece a comunidad cristiana y movimiento eclesial)
Dios
nuestro Jesucristo, Tú que eres Luz Divina,
haz que podamos ver, si la oscuridad nos envuelve,
para que nadie nos confunda, ni nada nos distraiga
en nuestro seguimiento en la búsqueda de tu Amor,
y para que siempre nos mantengamos fieles a Ti,
ayudados con la oración a través de tu Palabra Viva.
¡Gracias porque Tú nos visitas cada día con tu Palabra,
y siempre permaneces cada día en medio de nosotros!
Tú que eres la Luz del mundo y Luz Divina en nuestra vida,
ilumínanos en todo momento, para que nos levantemos
siempre que las dificultades y sufrimientos de la vida
nos hagan dudar, nos tumben, o se aparten de Ti,
y llenarnos de ánimo y esperanza para seguirte siempre.
Señor, ten compasión y Misericordia de todos nosotros,
y no nos dejes nunca caídos en el camino de la vida,
cuando nuestras debilidades, cansancio y desánimos
nos dejen sin fuerzas para caminar detrás de Ti.
¡Solo Tú, Dios nuestro, sabes bien lo que cada uno
necesitamos de verdad en cada momento de la vida,
y por eso te pedimos que nos guíes y que nos ayudes
a huir cada día de nuestros egoísmos y comodidades,
y que nos ilumines para saber cumplir tu Voluntad!
Amén.
CUARTO PASO:
CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?
(Autorizado por el autor, Fano en ww.diocesisdemalaga.es)
ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva
el texto?
(matrimonio, cinco
hijos, trabajan ambos, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a
movimiento seglar)
Cuando
nuestros hijos se ponen auriculares para escuchar música, se meten en su
mundo y es difícil sacarlos de ahí para una conversación o un recado. O incluso
cuando los llamamos para comer, les cuesta salir de su sordera, de su espacio
propio.
Si estamos con gafas de sol, algunas veces, en vez de evitar el deslumbre, éstas nos separan de la otra persona que quiere ponerse en contacto con nuestra
mirada. Y otras veces, ni siquiera nos damos cuenta de quién está alrededor.
Si queremos seguir a Jesús, si queremos imitarle debemos pedirle tener los
oídos entrenados para la escucha y unos ojos que miren y sepan ver más allá.
Que en esta última semana de octubre misionero seamos capaces de gritar y
también de escuchar los gritos del hermano, de pedir luz y de ser luz para
otros. De quitarnos los auriculares y las gafas de sol.
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