"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
Sor Matilde
TESTIGOS DE JESÚS,
OFENSA AL ESPÍRITU SANTO
8 « Yo os digo: Por todo el que se declare
por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante
los ángeles de Dios.
9 Pero el que me niegue delante de los
hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.
10 « A todo el que diga una
palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra
el Espíritu Santo, no se le perdonará.
11 Cuando os lleven a las
sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o
con qué os defenderéis, o qué diréis,
12 porque el Espíritu Santo
os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir. » (Lc.
12, 8-12)
Ser testigo de Jesús es tener siempre presente que Él es
el Señor que todo lo sabe y todo lo puede y todos los demás somos hermanos.
Cuando alguien me pida cuentas de mi fe, he de ser muy claro, lo entienda o no
el interlocutor. Yo soy un siervo de Dios a quien Él ha elevado a la categoría
de hijo, pero como criatura. Soy un siervo y le debo todo a Dios. Esta
declaración ha de estar grabada a fuego en mi corazón, para que cuando los
hombres me pregunte o tienten con planteamientos ambiguos yo sea claro y
sencillo en mis palabras, y esto tanto si gusta o no, si se entiende o no. A
quien he de ser fiel solamente es a Cristo, que me amó hasta entregarse por mí.
Y esto no lo ha hecho nadie a mi favor.
Pero si en un momento de inconsciencia negare a Jesús
ante mis hermanos, Dios podrá perdonarme mi desvarío, pero lo que no me
perdonará será que blasfeme contra el Espíritu Santo. ¿Qué es blasfemar contra
El? Pues el Espíritu es el Amor de Dios, es Dios mismo y en los hombres y en
todas las cosas. Si llegamos a decir que el Espíritu Santo no es amor, es tal
la ofensa a la esencia divina, que esta mentira atroz, no puede ser perdonada
al que sólo sabe ser Amor y dar Amor…
En la oración pidamos a este amable y buen Espíritu
Santo que nos enseñe a amarle y no a juzgarle, como haría un hombre impío.
Seamos buenos y dóciles y veamos que en este mundo, tan lleno de peligros y
asechanzas, sólo tenemos un Defensor, un Abogado que está siempre con nosotros
y que viendo nuestra impotencia para defendernos, Él nos va dictando palabras
de sabiduría y fortaleza y esto ante los más poderosos de esta tierra: los
jueces y las autoridades. Ellos serán mudos ante la Palabra de Dios que saldrá
de nuestros labios… Y esto no sólo ante los poderosos sino ante cualquier
hermano que quiera contradecir mi fe y amor a Jesús.
Dame Señor amor a tu Espíritu Santo. El desea ser amado.
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