"Ventana abierta"
‘Santa Nazaria Ignacia’, carta pastoral del Arzobispo de
Sevilla
Queridos hermanos y
hermanas:
Muchos de nosotros hemos
visitado alguna vez la Casa de Ejercicios Betania, situada junto al Monumento
al Sagrado Corazón en San Juan de Aznalfarache. Allí hemos encontrado paz,
sosiego y silencio para rezar y repensar junto al Señor los grandes temas de
nuestra vida. La casa, propiedad de la archidiócesis, está regida desde hace
años por las religiosas Misioneras Cruzadas de la Iglesia, fundadas en 1925 por
la Beata Nazaria Ignacia March, que el próximo domingo será canonizada por el
papa Francisco en la plaza de San Pedro de Roma. Escribo esta sencilla carta
semanal en su homenaje y como signo de mi gratitud y de la Iglesia diocesana de
Sevilla a sus religiosas, que tan buen servicio nos prestan en un ámbito tan
decisivo como es el crecimiento espiritual de cuantos frecuentan la Casa.
Madre Nazaria Ignacia nació el
10 de enero de 1889 en Madrid en el seno de una familia numerosa y sinceramente
cristiana. Como consecuencia de graves dificultades económicas, la familia hubo
de emigrar a Méjico. En el mismo barco viajaba un grupo de Hermanitas de los
Ancianos Desamparados, fundadas por el venerable Saturnino López Novoa y santa
Teresa Jornet. El Señor se sirve de esta circunstancia para que en 1908 Nazaria
Ignacia ingrese en la citada Congregación, iniciando enseguida su noviciado en
la casa madre de Valencia. Después de su profesión perpetua en 1912, junto con
nueve compañeras, es destinada a fundar en Oruro (Bolivia). Durante más de 12
años, formó parte de la comunidad de Hermanitas, sirviendo con abnegación a los
ancianos pobres y abandonados, recorriendo pueblos y ciudades postulando
limosnas para socorrerlos.
Ya en esa época, ante la
tremenda ignorancia religiosa del pueblo, su alejamiento de Dios, la escasez de
sacerdotes y la multiplicación de las sectas, el Espíritu Santo le inspira fundar
una congregación con una impronta más directamente apostólica. Martillea su
mente la frase del Señor, “la
mies es mucha y los obreros son pocos” (Lc 10,2). En los
Ejercicios Espirituales del año 1920, en la meditación del Reino, ve clara la
urgencia de trabajar con todas sus fuerzas por la extensión del Reino de
Cristo, intuyendo la necesidad de fundar una nueva familia religiosa que sea
como una cruzada apostólica al servicio de la Iglesia.
Con el apoyo de
monseñor Abel Antezana, primer obispo de Oruro, de monseñor Sieffert,
obispo de la Paz, y del nuncio Apostolico en Bolivia, monseñor Cortesi, el 16
de junio de 1925 Nazaria Ignacia sale de las Hermanitas, para poner los
fundamentos de una nueva familia eclesial en una antigua casa de Jesuitas desamortizada.
Cuenta con un capital de cuarenta centavos y le acompañan en esta aventura diez
jóvenes bolivianas, a las que forma, al mismo tiempo que las inicia en el
apostolado en los pueblos limítrofes. El 12 de febrero de 1927, tiene lugar la
aprobación diocesana de la congregación, “hija primeriza, tierna, y legítima de
la Iglesia boliviana”, como escribió monseñor Antezana. El 8 de junio de 1935,
la Santa Sede publica el Decretum
Laudis, pasando a ser instituto de derecho pontificio. El día 9 de
junio aprueba definitivamente la congregación con el nombre de Misioneras
Cruzadas de la Iglesia.
Dos frases de la Beata resumen
perfectamente su carisma: “En amar, obedecer y cooperar con la Iglesia en la
obra de predicar el Evangelio a toda criatura, está nuestra vida, el ser lo que
somos”. “Este es nuestro espíritu: guerrero, fiel, nada de cobardías, todos
amores, amor sobre todo a Cristo y en Cristo a todos. Repartirse entre los
pobres, animar a los tristes, dar la mano a los caídos; enseñar a los hijos del
pueblo, partir el pan con ellos, en fin, dar toda su vida, su ser entero por
Cristo, la Iglesia y las almas”. Todo ello se concreta en la atención a niñas
abandonadas, visitas a presos, catequesis en las parroquias y en los cuarteles,
y un trabajo sin descanso en la promoción de la mujer y la defensa de sus
derechos, para lo cual funda en Bolivia el primer “Sindicato de obreras” de
América latina. Crea también comedores populares, “Ollas del Pobre” y hogares
para los más abandonados de la sociedad. Como cosa curiosa destaco su
preocupación por la unidad de los cristianos, pidiendo a sus religiosas
encomendar esta intención en sus plegarias diarias.
Es de destacar la admirable
extensión de la congregación ya en vida de Madre Nazaria. Hoy está presente en
17 países de América, Europa y África. Muere en Buenos Aires el 6 de julio de
1943. Sus restos son venerados en la casa madre de Oruro. Fue beatificada por
Juan Pablo II en Roma el 27 de septiembre de 1992.
Felicito de corazón a sus
hijas. Las encomiendo a su santa Madre, para que sean siempre fieles y el Señor
les conceda muchas y generosas vocaciones. Invito a todos los fieles a imitar a
la nueva santa, al mismo tiempo que les saludo fraternalmente con mi bendición.
+ Juan Jose Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
12 octubre 2018
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