"ventana abierta"
‘El DOMUND de los jóvenes’, carta pastoral del Arzobispo de
Sevilla
Queridos hermanos y
hermanas:
Un año más el DOMUND llama a
nuestras puertas. El espléndido mensaje que el papa Francisco ha escrito con
motivo de esta Jornada, y que quiero glosar en esta carta, está dirigido a todos,
pero particularmente a los jóvenes, que son los protagonistas del Sínodo de los
Obispos, que se está celebrando en Roma. Ya al comienzo del mensaje nos dice el
Santo Padre que a todos los cristianos se nos ha confiado la misión de anunciar
a Jesucristo a nuestro mundo. Añade citando a san Juan Pablo II que la misión refuerza la fe(Redemptoris misio,
2).
El próximo Sínodo ayudará a la
Iglesia a comprender mejor lo que el Señor quiere decir a los jóvenes y a las
comunidades cristianas. Cada hombre y mujer es una misión, y esta es la razón de nuestra
existencia. Cita el Papa una frase de su exhortación apostólica Evangelii gaudium, n.
273: Yo soy una misión en
esta tierra, y para eso estoy en este mundo. Afirma después
que la Iglesia quiere mostrar a los jóvenes el camino, la verdad y el auténtico
sentido de la nuestra vida, que sólo nos brinda Jesucristo. Invita después a
los jóvenes a no tener miedo encontrarse con Cristo y con su Iglesia. Apelando
a su propia experiencia de joven y de adulto afirma que en el Señor y en su
Iglesia se encuentra el tesoro que llena de alegría la vida. Gracias a la fe –nos
confiesa- he
encontrado el fundamento de mis anhelos y la fuerza para realizarlos.
Por amor a Jesucristo y su
Evangelio, incontables hombres y mujeres, y muchos jóvenes, se han entregado, a
veces hasta el martirio, al servicio de los hermanos. De la cruz de Jesús
aprendieron la lógica divina del ofrecimiento de sí mismos (cf. 1
Co 1,17-25). Inflamados por el amor de Cristo respondieron con su vida a
la pregunta ¿Qué haría Cristo en mi
lugar?, y se entregaron a la misión de llevar a todos el
Evangelio. Lo hicieron por el “contagio” del amor, por la atracción y el
testimonio, que acerca a los alejados, y con la alegría y el entusiasmo de
quienes han descubierto el sentido y la plenitud de su vida.
Quienes se encuentran lejos
del Evangelio y de la Iglesia forman las periferias, “los confines de la tierra”, allí donde Jesús envía a
sus discípulos misioneros con la certeza de tener siempre con ellos a su Señor
(cf. Mt 28,20; Hch 1,8). Esto es precisamente la missio ad gentes.
La periferia más cierta de la humanidad necesitada de Cristo es la indiferencia
hacia la fe o incluso el odio contra el cristianismo o lo religioso. Allí
quiere enviar el Papa a los jóvenes, que son la esperanza de la misión.
El papa Francisco da las
gracias a todas las realidades eclesiales que permiten a los jóvenes
encontrarse con Cristo vivo en su Iglesia, las parroquias, asociaciones, movimientos
y comunidades religiosas. Muchos se sienten fascinados por la persona del Señor
y su mensaje. Muchos, sensibles ante los males del mundo, se embarcan en
diversas formas de militancia y voluntariado. A estos jóvenes les pide el Papa
que su encuentro con el Señor les impulse a compartirlo con otros jóvenes o
adultos, felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada
rincón de la tierra.
Invito a todos los fieles de
la Archidiócesis a pedir insistentemente al Señor que mire a los ojos de los
jóvenes de nuestra Archidiócesis, chicos y chicas, para que sean valientes y
sean muchos los que se decidan a seguirle en el sacerdocio o en la vida
consagrada, dedicando su vida al servicio de la Iglesia, al servicio del
anuncio del Evangelio y al servicio de sus hermanos. ¿La recompensa? La alegría
y la felicidad desbordante que yo he contemplado en los rostros de los
misioneros y misioneras sevillanos cuando me visitan con ocasión de sus
vacaciones. Puedo asegurar que no he conocido personas más felices en su
entrega al Señor, a la evangelización y a sus hermanos, especialmente los más
pobres.
Pero la llamada a la misión no
es exclusivamente para los jóvenes. Todos, también los adultos, estamos
llamados a comprometernos valientemente en el anuncio de Jesucristo en nuestro
entorno. España es hoy ya un país de misión. Son muchos los conciudadanos
nuestros que han abandonado la fe o la práctica religiosa. Son muchos los
ciegos que no han conocido el esplendor de Cristo, y son muchos los cojos que
van tambaleándose por la vida y necesitan apoyarse en el Señor. Nosotros se lo
podemos mostrar, compartiendo con ellos el tesoro de nuestra fe.
No olvidemos la oración diaria
y los sacrificios voluntarios por los misioneros. No olvidemos tampoco la ayuda
económica el próximo domingo. Seamos generosos en la colecta.
Que la Santísima Virgen nos
ayude a todos, jóvenes y adultos, a ser discípulos misioneros. Para todos y muy
especialmente para nuestros misioneros y misioneras diocesanos, mi abrazo
fraterno y mi bendición.
+ Juan Jose Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
19 coctubre 2018
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