Recientemente, el papa Francisco reglamentó con una instrucción sobre la vida contemplativa femenina la normativa que permite a las religiosas de clausura utilizar medios de comunicación y redes sociales con «prudente discernimiento». Sin embargo, desde hace seis años, una enorme cantidad de dispositivos móviles tanto de usuarios en España como residentes en otros países más lejanos reciben a diario un mensaje de Whatsapp que sale desde el monasterio de San Blas de Lerma, donde residen religiosas Dominicas. Un mensaje que o bien se recibe de manera directa desde este lugar o bien lo transmiten otros usuarios, y que invita a reflexionar y a recordar a Cristo en la rutina de cada día. Sor Leticia González es una de estas religiosas y quien ejerce en esta ocasión como portavoz de sus hermanas para contar cómo surgió esta iniciativa, que recibe el nombre de «El Reto del Amor».
El Reto del Amor surgió a partir del acompañamiento espiritual a una persona allegada a estas religiosas, «a la que se le invitó a aprender a orar y amar para sanar sus heridas». «Los seres humanos amamos siempre por referencia: como nos han amado, como nos han perdonado… así hacemos nosotros con los demás. Por eso es tan importante la oración, porque en ella experimentamos cómo Cristo nos ama, cómo nos perdona, cómo nos levanta, cómo nos da la mano para caminar… y desde ahí, empezamos a tratar de una manera nueva a los demás. Así pues, el Reto nació como una forma de compartir nuestra oración con esa persona, con la única finalidad de enseñarle a orar y a amar, que es lo único que necesitamos para ser felices». Los mensajes que recibía esta persona por parte de las dominicas empezaron a ser compartidos, y entonces arrancó la extensión masiva con la que hoy cuenta.
«A través de las tecnologías, lo único que hacemos es poner al servicio de la Iglesia nuestro carisma: contemplar y dar lo contemplado.
Para llevar a cabo esta misión, las religiosas disponen de móvil, tablet y ordenador. Con estos instrumentos, realizan la «magia» que consigue que las palabras y enseñanzas de estas monjas se extiendan con rapidéz y por otras partes del mapa, estando presentes en la vida de muchas personas aunque vivan en clausura. «Las tecnologías no son ni buenas ni malas, es el uso que hacemos de ellas lo que nos beneficia o perjudica», comenta Sor Leticia. «Un cuchillo sirve, para comer, pero también para matar; todo depende de cómo lo usemos. Si Santo Domingo, nuestro fundador, viviera en esta época, seguro que usaría las tecnologías. Y a través de ellas, lo único que hacemos es poner al servicio de la Iglesia nuestro carisma: contemplar y dar lo contemplado».
Las religiosas son conscientes del bien que hacen con esta iniciativa, ya que muchas personas se ponen en contacto con ellas para darles las gracias por este trabajo, al tiempo que les animan a no dejar de hacerlo. Sin embargo, sor Leticia explica que la clausura les «protege mucho de ver frutos». «Sabemos que no llegamos a conocer ni la mitad del alcance que tiene el reto… Lo descubriremos en el Cielo. Nosotras preferimos que el Señor nos proteja de todo eso que llaman ‘fama’: cuando entra lo humano, se destruye la obra de Dios. Por ello, lo importante es que cada mañana, a través de este mensaje, se anuncia el amor de Cristo. Con el Reto queremos darte un poco de levadura para que tú te hagas tu propio pan, te ponemos en pista para que vivas desde la oración y el amor… ¡y a disfrutar de la aventura que es seguir a Jesús!»
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