"Ventana abierta"
‘Corpus Christi, Día de la
Caridad’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla
Queridos
hermanos y hermanas:
Celebramos en este
domingo la solemnidad del Corpus Christi. La Iglesia nos convoca en este día a
renovar nuestra fe en el sacramento eucarístico, fuente y cima de la vida
cristiana. Si en el Jueves Santo veneramos el cuerpo de Cristo en el
recogimiento de los templos, en esta solemnidad, Jesucristo, realmente presente
en el sacramento, recibe la adoración, la alabanza y la acción de gracias de
toda la comunidad cristiana allí donde habitualmente se desarrolla nuestra
vida, en el pueblo, en la ciudad, en las plazas y en las calles. Acudamos,
pues, a la procesión del Corpus, tan bella no sólo en Sevilla, que la celebra
en el jueves tradicional, sino también en tantas villas y pueblos de nuestra
Diócesis, tomando parte activa con nuestros cantos, aclamando al Señor que ha
querido quedarse para siempre con nosotros en todos los sagrarios de la tierra.
En la solemnidad del
Corpus Christi, verdadero manantial de cultura en el campo de la poesía, el
teatro, la música, la pintura, escultura y orfebrería, celebramos también el
Día de la Caridad. La Eucaristía no sólo es expresión de comunión entre los
miembros de la Iglesia; es también proyecto de solidaridad para toda la
humanidad. En la celebración eucarística, la Iglesia renueva su conciencia de
ser signo e instrumento de la íntima unión con Dios y también de la unidad de
todo el género humano (LG 1). Como nos han repetido muchas veces los últimos
Papas, hay un punto en el que se refleja especialmente la autenticidad de
nuestras celebraciones eucarísticas: si ellas impulsan a nuestras comunidades a
un compromiso serio y activo por la edificación de una sociedad más justa y
fraterna.
La Eucaristía es
instituida por el Señor en la noche de Jueves Santo después de lavar los pies a
los Apóstoles. Con ello Jesús nos está explicando de forma pedagógica el nexo
que existe entre el sacramento eucarístico y el servicio a los últimos. Por
ello, no es auténtica una celebración eucarística en la cual no brille la
caridad, compartiendo nuestros bienes con los más pobres. En ello seremos
reconocidos como auténticos discípulos del Señor.
Esta es la razón por la
que la Iglesia en España hace coincidir el Día de la Caridad con la solemnidad
del Corpus Christi. La Eucaristía sin caridad sería un culto vacío. La caridad
sin la Eucaristía se convierte en mera filantropía, que muy pronto se agosta.
Por ello, la fiesta del Corpus Christi es una invitación a robustecer el
vínculo que existe entre Eucaristía y caridad, de modo que la adoración al
Señor nos lleve a descubrirlo en el hermano pobre y necesitado, y el ejercicio
de la caridad impregne de autenticidad nuestras celebraciones eucarísticas.
Los expertos y nuestros
políticos nos dicen que la crisis, que tan severamente afectó a gran parte de
la sociedad española en los últimos años, está superada. Seguramente es verdad
y así lo sugieren algunas magnitudes macroeconómicas. No es verdad, sin
embargo, en lo que respecta a lo que los técnicos llaman la microeconomía, es
decir, la economía de las familias. En Sevilla capital y en los pueblos y
ciudades sigue habiendo mucho dolor, mucho sufrimiento, mucha penuria y muchas
privaciones. Las cifras del paro entre nosotros siguen siendo pavorosas. No
podemos quedarnos cruzados de brazos ante la pobreza de tantos hermanos
nuestros.
La Eucaristía, “sacramento de caridad”, nos
descubre el amor infinito de Dios por cada hombre. En ella se manifiesta “el amor más grande” de
quien da su vida por sus amigos. Nuestra participación en la Eucaristía debe
impulsarnos a amar a nuestros hermanos con el amor de Jesús; a aguzar nuestra
sensibilidad para descubrir y solucionar eficazmente sus carencias, urgencias,
dolores y necesidades, y todo ello como consecuencia de nuestra participación
consciente en la Eucaristía.
Una forma práctica y
fiable de vivir la caridad y el servicio a los pobres es colaborar con Cáritas,
que es la institución que organiza la caridad en nombre de la Iglesia diocesana
a través de programas concretos, solventes e imaginativos. Al mismo tiempo que
invito a todos los fieles de la Archidiócesis a ser generosos en la colecta de
este domingo, destinada a Cáritas, saludo con afecto a los voluntarios,
responsables y técnicos de nuestra Cáritas Diocesana y de las Cáritas
parroquiales. Os agradezco vuestra entrega y el servicio magnífico que prestáis
a los más pobres, transeúntes, inmigrantes, enfermos de Sida, familias
desestructuradas y parados de larga duración, a través de vuestros programas
específicos.
Pido a los sacerdotes que
sigan alentando a las Cáritas parroquiales, de las que ellos son los primeros
responsables. A todos os invito a seguir potenciando la genuina identidad
cristiana de nuestras Cáritas y a cuidar las bases sobrenaturales de nuestro
compromiso caritativo. En la Eucaristía, vivida, celebrada y adorada,
encontraremos cada día la fuerza para no desfallecer en el servicio a los
pobres.
Para todos, mi saludo
fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
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