"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
RAZÓN DE LAS PARÁBOLAS
10 Y acercándose los discípulos le dijeron:
« ¿Por qué les hablas en parábolas? »
11 El les respondió: « Es que a vosotros se
os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.
12 Porque a quien tiene se
le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
13 Por eso les hablo en
parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden.
14 En ellos se cumple la
profecía de Isaías: Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no
veréis.
15 Porque se ha embotado el
corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no
sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se
conviertan, y yo los sane.
16 « ¡Pero dichosos
vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!
17 Pues os aseguro que
muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron,
y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron. (Mt. 13, 10-17)
Después de haberles predicado Jesús el sermón de la
montaña a los galileos, hablándoles del Reino de Dios, ahora lo hace mediante
parábolas y comparaciones que evocan la vida de Galilea: la suerte del grano de
simiente desde la siembra hasta la siega; la mala hierba entre el trigo; la red
que se echa al lago, etc. Todas ellas escenas que había vivido Jesús en su
pueblo de Nazaret y cerca del lago de Genesaret… ¡Qué bien entendían estos
hombres sencillos las imágenes y los signos¡. Pero, no comprendían los
discípulos que Jesús les hablara en parábolas y le preguntaron. El les citó el
pasaje del profeta Isaías en que habla del embotamiento de los oídos y la
ceguera de los ojos, de forma que mirando no ven y escuchando no entienden,
porque su corazón está endurecido y no les alcanza la conversión que Dios desea
de ellos.
El sermón de la montaña tenía que haber dado su fruto de
conversión y no fue así. Ellos seguían pensando y deseando un mesías
nacionalistas que acabara con poderío con la opresión extranjera.
Las imágenes de las parábolas, sí eran sencillas, pero
su contenido y las consecuencias de las mismas, les eran oscuros. ¿Por qué el
Reino de Dios había de demorarse tiempo y tiempo? ¿Por qué el mal tenía que
estar mezclado con el bien y había de esperarse al final para ser separados
trigo y cardos? ¿Por qué el Reino de Dios está en el mundo pequeñito como la
mostaza y no se manifiesta poderoso en su Majestad?... Y así, el Señor les
proponía las cosas de Dios en parábolas, para hacerles pensar y reflexionar y
que llegaran a la conversión, que era el fin que deseaba Jesús…
En verdad, que esta predicación del Señor, era una gran
condescendencia y misericordia hacia todos nosotros que caminamos, a veces, en
la vaciedad de nuestros pensamientos y deseos, y no nos ocupamos en las cosas
de Dios, en lo que es su voluntad, porque ella sola es la que nos salva…
¡Estemos atentos, escuchemos, vigilemos qué es lo que
Dios quiere hoy para mí!
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