"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
EFECTO DEL SERMÓN DE LA
EUCARISTÍA EN LOS DISCÍPULOS 4
60 Muchos de sus discípulos, al oírle,
dijeron: « Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo? »
61 Pero sabiendo Jesús en su interior que
sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: « ¿Esto os escandaliza?
62 ¿Y cuándo veáis al Hijo
del hombre subir adonde estaba antes?...
63 « El espíritu es el que
da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu
y son vida.
64 « Pero hay entre
vosotros algunos que no creen. » Porque Jesús sabía desde el principio quiénes
eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.
65 Y decía: « Por esto os
he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre. »
66 Desde entonces muchos de
sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él.
67 Jesús dijo entonces a
los Doce: « ¿También vosotros queréis marcharos? »
68 Le respondió Simón
Pedro: « Señor, ¿dónde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna,
69 y nosotros creemos y
sabemos que tú eres el Santo de Dios. » (Jn. 6, 60-69)
Ahora Jesús ya no habla con imágenes o parábolas. Su
lenguaje es tan claro e incisivo, que es como si les dijera a los judíos: “a
favor o en contra de mí”. Si creéis que “Yo soy el Pan que ha bajado del cielo
y da vida eterna, yo os resucitare en el último día”, “porque en verdad el
Padre me ha enviado para traeros esta Buena Nueva. Pero si no creéis en mí y no
sois capaces de acoger el don de Dios, yo os rechazo, así como mi Padre”.
Y los judíos, entre los que estaban muchos de sus
seguidores, le respondieron: “Este lenguaje es duro, ¿quién puede hacerte
caso?”. Y desde ese momento, dejaron de ir con Él.
Entonces Jesús, acelerando la decisión y crisis en cada
uno, miró a sus doce discípulos y les dijo: “¿También vosotros queréis
marcharos?” Esta palabra, con un cierto dejo de amargura, se les debió de
clavar en el corazón. Y Pedro, el más impulsivo, respondió en nombre de todos
con una confesión de su divinidad: sus Palabras son vida eterna. ¿Qué les queda
sino Jesús y un seguimiento incondicional a su Persona, creyendo en Él y
amándolo?
“Y sin embargo yo elegí a los 12, pero uno de vosotros
es un demonio”. Jesús hablaba de Judas, que habiendo de ser quien lo iba a
entregar, por dinero, a los dirigentes judíos, seguía entre ellos. Pero ya
menospreciaba a su Maestro y por tanto lo juzgaba. . . Misterio éste que Jesús
ya manifestó en la parábola del trigo y la cizaña, en la que el mal y el bien
viven juntos y Dios no los separa sino hasta el Día del Juicio Final. Por eso,
habló a Judas, indirectamente, para darle una oportunidad de convertirse. Pero
Judas guardó silencio, un silencio culpable que debió de hacer sufrir mucho a
Jesús. . .
He aquí el evangelio de Juan sobre la Eucaristía, el Don
más precioso de Jesús a los hombres y del que muchos se alimentarán y vivirán;
en cambio, otros pasarán indiferentes o lo menospreciarán diciendo: “esto es
muy bonito, pero no puede ser verdad”. . .
¡Señor, haznos perfectos adoradores de este Misterio de
Amor!
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