"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
33 « Estad atentos y vigilad,
porque ignoráis cuándo será el momento.
34 Al igual que un hombre que se
ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y
ordena al portero que vele;
35 velad, por tanto, ya que no sabéis cuándo
viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar del
gallo, o de madrugada.
36 No sea que llegue de improviso
y os encuentre dormidos.
37 Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!» (Mc. 13, 33-37)
Comienza hoy el Adviento y con él, el principio del año litúrgico, así como la Sexta Etapa en estas meditaciones de “el Rincón para orar”. Seis años son muchos días en nuestra percepción, pero ante el Señor, es una nada, porque: “un día es como mil años y mil años como un día”. Aquí, nuestra comprensión se pierde porque, al hablar Jesús de números, nuestra mente se siente más que desconcertada. Y, es que, para Dios, nuestro tiempo es tiempo de salvación y así hemos de vivirlo.
Adviento, nos está diciendo “espera”, “salvación” que, quiere irrumpir en nuestro mundo y primeramente en nuestros corazones. Y, más, si la espera no es de algo material sino de los bienes de allá arriba, donde está sentado Jesús a la derecha de Dios. La espera, alimenta la esperanza. Y, esta virtud, no nos la podemos proporcionar nosotros, sino que, es un don de Dios. Es una virtud de teologal, es decir, enraizada en el Corazón mismo de Dios y que, se la concede a los que se la piden, con confianza de poder alcanzarla.
Jesús, en este Evangelio, nos insta a velar. Y, nos lo dice a todos, no solo a sus discípulos porque todos somos aprendices a la hora de esperar en nuestro Señor. Dice también Jesús que, a su llegada, puede encontrarnos dormidos. ¿De qué sueño se trata? No por supuesto del sueño natural, pues Él mismo, nos concedió una naturaleza que, necesita reponerse del desgaste del día, por el sueño profundo. Aquí, se refiere Jesús a ese sopor que acompaña el gusto por las malas obras; el deseo del pecado o el decirse: “¡luego haré el bien, todavía hay tiempo de gozar vanamente de los bienes de este mundo! El que así se habla, es un insensato pues “el Juez ya está a la puerta” y dará a cada uno según sus obras. “Lo que uno siembre, eso cosechará. Si se sembró con los bienes de arriba, se gozará en la vida eterna; Pero si, por el contrario, sembró viento, en esta nada disfrutará”.
Por tanto, velemos en el amor, velemos en ser buenos para que, “todos vean nuestras buenas obras y den gracias a nuestro Padre que está en el cielo”, y, así mismo se estimularán muchos para seguir el bien: “mucho puede hacer la vida y la oración vigilante del justo”. Nuestro Padre, desea llevarnos al cielo, pero quiere que nos portemos como hijos del Amor y no esclavos del pecado porque, cuando llegue el Señor ese Día, reunirá unos a su derecha y otros a su izquierda. ¡Qué seamos siempre ovejas dóciles de su derecha, para dar gloria a Dios, por toda la eternidad!
¡Señor, despierta nuestros corazones a la bondad, al bien, al Amor! ¡Este séquito es el que te alaba y despierta en tu Corazón un deseo grande de unirnos a Ti, por siempre! ¡Señor, ya ves que nuestra naturaleza es floja y débil y nuestras fuerzas son escasas, pero hemos puesto nuestra confianza en Ti y sabemos que nos escuchas y no quedamos defraudados! ¡Qué así sea Jesús, por tu gran misericordia! ¡Amén! ¡Amén!
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