"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
NIÑOS INOCENTES, MURIERON POR CRISTO
13 Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: « Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.»
14 El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto;
15 y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.
16 Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos.
17 Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías:
18 Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen. (Mt. 2, 13-18)
Este hecho tan luctuoso nos es contado tan sólo por San Mateo. Él, que expresa muchas veces en su Evangelio las concordancias e interpretaciones del Antiguo Testamento, a la luz de la vida y predicación de Jesús, el Nuevo Testamento. Aquí, son dos los textos que iluminan con la Palabra de Dios este episodio de la vida de Jesús.
Herodes era un hombre depravado, que no dudaba en quitarse de en medio, asesinando, a aquellos que él pensaba detentaban contra su ambición de poder. Y, sabemos de su misma historia que, una simple sospecha, le despertaba toda su crueldad. En esta ocasión, ante la visita de unos magos que le hablaron del Mesías que había nacido en Belén, montó en cólera al verse burlado por estos extranjeros, y “mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores”.
Pero Dios es Dios y no hombre y toda nuestra historia está en sus manos. Así, protegió a su Hijo Jesús, avisando a José para que huyera a Egipto, lejos de este rey malvado. Olvidaba Herodes, desde su fe en Dios tan torcida, que el Señor es el Único Rey y no ha venido a quitar los reinos terrenos a los hombres sino a hacernos hijos de Dios, con una realeza que es totalmente divina y no está contaminada por los pensamientos pecaminosos de los hombres.
José, que era justo, obedeció a Dios ante este aviso misterioso, en sueños. Él no pregunta, no indaga, no se demora hasta que amaneciera el día, sino que diligente “se levantó, tomó al niño y a su madre de noche y se escapó a Egipto”. Muchas caravanas iban entonces de Judea a Egipto. Pero de noche, es de suponer que José fue solo con su familia, al menos el primer tramo de su viaje. ¡Todo un riesgo para sus vidas, pero José confiaba en Dios y se abandonó en sus manos!
Y ¿los niños de Belén, los inocentes asesinados? La historia nos cuenta que, en esa época y en esa cultura, matar a un niño era algo menos grave que matar a un adulto. Sus vidas ya estaban en las manos amorosas de Dios que recoge siempre a los que se les arrebata la vida. Pero en esta ocasión, sin sospecharlo, estos niños fueron mártires de Cristo porque pagaron con su sangre, como precursores de Jesús, al que derramaría toda la suya por ellos y por todos los hombres y ¡por los inocentes más! No hay hecho heroico de amor que antes no lo haya asumido Jesús al hacerse hombre.
Cristo nos da ejemplo, para que acojamos en nuestra vida todo aquello que suponga cruz, pues Él siempre va delante de nosotros, no sólo con su ejemplo, sino con su Persona, amándonos y sosteniéndonos en los combates diarios que supone el vivir.
¡No dudemos que, si en todo nos conformamos a la voluntad divina, nada ni nadie podrá dañarnos y si es necesario, cuando el peligro arrecie, Dios enviará a su ángel que nos cubrirá con sus alas y en sus manos nos protegerá para que, ¡el plan de Dios se cumpla en nosotros! ¡Seamos dóciles y como niños a la hora de escuchar a Dios y cumplir su Palabra! ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!
No hay comentarios:
Publicar un comentario