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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

sábado, 14 de noviembre de 2020

REFLEXIÓN PARA EL SÁBADO DE LA TRIGÉSIMA SEGUNDA SEMANA DEL T.O. (2) 14 - NOVIEMBRE – 2020

 "Ventana abierta"

De la mano de María

Héctor L. Márquez (Conferencista católico)

REFLEXIÓN PARA EL SÁBADO DE LA TRIGÉSIMA SEGUNDA SEMANA DEL T.O. (2)  

“Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara”.

El Evangelio de hoy nos presenta la parábola del “juez inicuo” (Lc 18,1-8). En esta parábola encontramos a una viuda que recurría ante un juez para pedirle que le hiciera justicia frente a su adversario. Y aunque el juez “ni temía a Dios ni le importaban los hombres”, fue tanta la insistencia de la viuda que el juez terminó haciéndole justicia con tal de salir de ella: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara” (Cfr. Lc 11,5-13).

Al terminar la parábola Jesús mismo explica el significado de la misma: “Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?”

Esta parábola exhorta a todo el que sigue a Jesús a confiar plenamente en la justicia divina, en que Dios siempre ha de tomar partido con el que sufre injusticias o persecución por su nombre. Este pasaje nos evoca aquel momento en que Dios, movido por la opresión de su pueblo, decidió intervenir por primera vez en la historia de la humanidad: “Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado a librarlo del poder de los egipcios” (Ex 3,7-8).

La parábola nos invita, además, a orar sin cesar (1 Tes 5,17), sin perder las esperanzas, sin desaliento, aun cuando a veces parezca que el Señor se muestra sordo ante nuestras súplicas. El mismo Lucas precede la parábola con una introducción que apunta al tema central de la misma: “Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola”.

Nos enseña también a luchar sin desfallecer en la construcción de Reino, sin importar las injusticias ni persecuciones que suframos, con la certeza de que, tarde o temprano, en Su tiempo, Dios nos hará justicia. Por eso nuestra oración ha de ser insistente, pero dejando en manos de Dios el “cuándo” y el “cómo” vendrá en nuestro auxilio.

Por otra parte, Jesús habla de que Dios ha de hacer justicia a “sus elegidos”. ¿Quiénes son los elegidos? “Los que han sido elegidos según la previsión de Dios Padre, y han sido santificados por el Espíritu para obedecer a Jesucristo y recibir la aspersión de su sangre” (1 Pe 1,1-2). Son aquellos que Él “ha elegido en Él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor” (Ef 1,4). Somos elegidos, o más bien, nos convertimos en elegidos cuando seguimos el camino de santidad que Él nos ha trazado y que nos lleva a ser irreprochables, POR EL AMOR. De nuevo el imperativo del Amor…

Terminamos con la pregunta final que Jesús plantea a los que le seguían, y que debemos plantearnos nosotros: Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?

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