"Ventana abierta"
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
El don de la piedad perfecciona el amor fraterno, y nos permite
reconocer al prójimo como imagen de Dios. De esa manera, cuando ayudamos a los
demás no lo hacemos sólo por compasión, porque nos duele su miseria y sus
problemas. Los ayudamos porque reconocemos la inmensa nobleza que ellos tienen.
¡Son imagen de Dios! ¡No puede ser que vivan mal, que estén sufriendo, que no
tengan lo necesario para vivir!
Pidamos al Espíritu Santo que derrame todavía más este don en nuestros
corazones, para que podamos valorar de esta manera a los demás. Así, nadie será
un enemigo, un competidor o una molestia. Todos nos parecerán realmente
sagrados, porque contemplaremos en ellos la imagen santa de Dios. El Espíritu
Santo derrama este don para que podamos vivir a fondo nuestra relación con los
demás.
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