"Ventana abierta"
Archidiócesis de Sevilla
Día de la Iglesia Diocesana 2020:
Comprometidos con la realidad migratoria en la Archidiócesis
“A veces, el impulso
de servir a los demás nos impide ver sus riquezas. Si queremos realmente
promover a las personas a quienes ofrecemos asistencia, tenemos que
involucrarlas y hacerlas protagonistas de su propio rescate”, afirmó el papa
Francisco en el mensaje para la 106 Jornada Mundial del Migrante y del
Refugiado.
En este sentido, la pandemia nos ha recordado cuán esencial es la corresponsabilidad y que sólo con la colaboración de todos —incluso de las categorías a menudo subestimadas— es posible encarar la crisis. Debemos “motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad”, refiere el Santo Padre.
A tenor de lo
anterior, resalta la vida de Armando Agüero, “peruano de nacimiento y sevillano
de adopción”, como él mismo se identifica. Estudió Derecho y Ciencias
Políticas en la Universidad de Lima y se dedicó profesionalmente a la defensa y
promoción de los Derechos Humanos, en Perú. Tras su llegada a Sevilla, inició
una estrecha relación con los jesuitas en el Centro Arrupe de la Capital
hispalense, como responsable de la Asociación Claver, vinculada al Servicio
Jesuita a Migrantes (SJM), que tiene como objetivo principal la inclusión de
las personas migrantes en la sociedad española.
Armando es el responsable de una de las cuatro líneas
de trabajo de Claver-SJM, vinculada a la Ciudadanía y la Participación, que
aborda la necesidad de construir una sociedad inclusiva, intercultural y justa
para todas las personas, sin importar su origen o el color de su piel.
“Para ello es necesario que los migrantes sean personas en toda la cabalidad de
la palabra, es decir, que no se les vea sólo como mano de obra (muchas veces
barata, o en condiciones infrahumanas), sino como personas con plenos
derechos”. Sobre su llegada a Sevilla hace dos décadas, “desfilan los
rostros de muchas buenas personas que me hicieron esa acogida”, desinteresada,
anónima. Esto para mí ha sido un regalo y conservo un grato y amable recuerdo
de todo ello. Mi experiencia ha constatado que los sevillanos son acogedores
cuando pierden el miedo a lo desconocido”.
Incorporación
a la Delegación de Migraciones
Desde la Fundación Claver, empezó a colaborar con la
Delegación Diocesana de Migraciones, “un camino de mucha cercanía, aprendizaje
permanente y búsqueda de cómo ser la cara visible de una Iglesia que va a
contracorriente, que es acogida para las personas migrantes, denostadas,
invisibilizadas y también excluidas de nuestra sociedad”. Junto a su mujer y
sus dos hijos, vive “una fe que me invita al camino, que me mueve a la
solidaridad y la compasión entendida como la capacidad de padecer con el otro,
tener empatía. En ese camino se dan la mano la fe y la justicia”.
De San Ignacio aprendió a buscar a Dios en todas las experiencias de vida, incluso en aquellas de sufrimiento. “Por ello, la espiritualidad ignaciana es otro pilar de mi fe y en Claver intentamos que sea algo más que una herramienta de trabajo”. Manifiesta que “esa espiritualidad ayuda a buscar a Dios en todas las cosas”. Considera que “cuando trabajas dedicado a fines sociales y ves pasar mucha gente con necesidades o dificultades a las que tú no puedes aliviar porque son realidades que nos superan como personas o como instituciones, tienes que aprender a confiar en alguien más allá de todo”.
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