"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Sus pies se apresuran para derramar sangre;
quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz.
Romanos 3: 15-17
Habéis sido hechos cercanos por la sangre de
Cristo. Porque él es nuestra paz… aboliendo en su carne las enemistades.
Efesios 2: 13-15
La paz de Dios es como un río
Son jóvenes extremistas, tienen sus
convicciones, y la vida por delante… Sin embargo, prefieren perder esta vida y
robar salvajemente la de otros, pues, ¿cuál es la fuente de esta tendencia tan
antigua a destruir al prójimo?
La Biblia no nos esconde nada al respecto.
Desde sus primeras páginas leemos: “Caín se levantó contra su hermano Abel, y
lo mató” (Génesis 4: 8). La causa profunda es esta: cada ser humano tiene
en sí mismo la raíz del mal, y esto lo convierte en un potencial asesino. Jesús
dijo a sus discípulos: “Del corazón salen los malos pensamientos, los
homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos
testimonios, las blasfemias” (Mateo 15-19).
Algunos dicen que cada uno puede dar lo mejor
de sí mismo gracias a la educación, la religión… ¡Pero la Biblia advierte
solemnemente que cada ser humano es capaz de lo peor! También nos dice cuál es
la causa de esta triste realidad: el alejamiento de Dios, la rebelión contra un
Creador cuya existencia muchas veces es negada, el orgullo ciego del hombre que
pretende, desde hace milenios, encontrar el camino de la paz, mientras hace la
guerra a Dios.
Pero la Biblia también ofrece el remedio para
el mal: habla de una paz “como un río” (Isaías 48: 18). Su fundamento es
el sacrificio de Cristo, quien hizo “la paz mediante la sangre de su
cruz” (Colosenses 1: 20). Todos los que creen en Jesús reciben la paz con
Dios. Él los invita a seguir la paz “con todos” (Hebreos 12: 14). ¡Él es
el Señor de paz!
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