"Ventana abierta"
La Buena Semilla
He aprendido a contentarme, cualquiera que sea
mi situación.
Filipenses 4: 11
A los ricos… manda que no… pongan la esperanza
en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da
todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.
1 Timoteo 6: 17
¿Está usted satisfecho?
En su tiempo, John D. Rockefeller era el hombre
más rico del mundo. Su fortuna era colosal; sus recursos parecían ilimitados.
En el curso de una conversación, alguien le preguntó: “¿Cuánto dinero se
necesita para tener suficiente?”.
El señor Rockefeller respondió con ironía:
“¡Solo un poquito más!”.
Él sabía que en el fondo del corazón humano
está el deseo de poseer cada vez más.
Efectivamente, en nosotros hay tres tendencias
bien arraigadas:
- el deseo de poseer, que nos hace desear
sin cesar lo que no tenemos;
- la envidia, que nos lleva a compararnos
con los demás y a querer lo que el otro posee;
- el egoísmo, que no nos permite compartir
lo que tenemos con los que tienen menos que nosotros.
Cuando esas malas inclinaciones obran, el
dinero se convierte en un dios que gobierna nuestras vidas. Tratar de poseer
más y disfrutar al máximo de la vida en la tierra es en realidad el programa
del hombre que no tiene a Dios y siempre está insatisfecho. Pero los creyentes
que desean vivir para el Señor deben recordar que todo lo que tenemos le
pertenece.
Un día el Señor nos preguntará si fuimos
administradores fieles de todo lo que él puso en nuestras manos (Lucas 19:
15).
El apóstol Pablo escribió desde la cárcel: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación” (Filipenses 4: 11). ¿Y nosotros?
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