"Ventana abierta"
La Buena Semilla
El Señor, tardo para la ira y grande en
misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo
tendrá por inocente al culpable.
Números 14: 18
Siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos
salvos de la ira.
Romanos 5: 8-9
La superabundante gracia de Dios
En el curso de su historia el hombre ha
provocado a Dios mediante acciones violentas, inmorales e incluso blasfemas.
Hoy esta actitud que deshonra a Dios se afirma públicamente. ¡Es casi
inevitable en los videojuegos y películas!
Sin embargo, las advertencias de Dios son
serias: “La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e
injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Romanos
1: 18). Los juicios divinos caerán sobre un mundo que ultraja a Dios. Hoy él
todavía tiene paciencia y no ejecuta el juicio, sino que Su paciencia y su
bondad invitan a cada uno a arrepentirse (lea Romanos 2: 4).
El apóstol Pablo es un ejemplo de lo que la
gracia de Dios puede cumplir. Además de blasfemar, perseguía a todos los que
creían en Jesucristo. Él mismo lo confesó: “En todas las sinagogas, los forcé a
blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las
ciudades extranjeras” (Hechos 26: 11). Acompañó a los que lapidaron a
Esteban, fiel testigo de Jesucristo (Hechos 8:1)
Pero la gracia de Dios es superabundante: “Fui recibido a misericordia”, pudo decir Pablo. “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Timoteo 1: 15-16). Aún hoy esa gracia es ofrecida a todos; cada uno puede obtener de Dios el perdón de sus pecados y el don de la vida eterna.
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