"Ventana abierta"
La Buena Semilla
¿Quién de los hombres sabe las cosas del
hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció
las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.
1 Corintios 2: 11
Mas alábese en esto el que se hubiere de
alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy el Señor.
Jeremías 9: 24
¿Somos ignorantes voluntarios?
Jean d’ Ormesson, filósofo francés, declaró ser
agnóstico. Decía que no sabía si creer o no creer en Dios. Le hubiera gustado
saber, o al menos saber un poco más. “¿Qué sabemos de Dios? No mucho”,
escribió. Es verdad; los conocimientos de los hombres progresan en todos los
ámbitos, sin embargo, si no conocemos a Dios, nos falta el único conocimiento
que cuenta. ¿Es un saber inaccesible? Lo es, si pensamos adquirirlo mediante
nuestras propias facultades. La inteligencia y el razonamiento no son de mucha
ayuda. Pero Dios quiere darse a conocer a los hombres para que seamos felices.
Lo hace de tres maneras:
1. Mediante lo que hace: “Creó Dios los cielos
y la tierra” (Génesis 1: 1). La Biblia nos dice: “Las cosas invisibles de
él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la
creación” (Romanos 1: 20), de tal manera que los hombres son inexcusables
si no creen que Dios es el creador de todas las cosas.
2. Se revela por su Palabra escrita, la Biblia;
ella es accesible a todo el que la recibe como la palabra de Dios. Es el
testimonio de lo que él es, de su voluntad, de su objetivo: salvarnos y
enseñarnos sus pensamientos.
3. Vino a los hombres: “Dios fue manifestado en
carne” (1 Timoteo 3: 16). Jesús es la revelación completa de todos los
caracteres divinos, y el medio de salvación para el hombre alejado de Dios. No
seamos ignorantes voluntarios rechazando los testimonios tan claros de la
grandeza del amor de Dios.
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