"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL JUEVES
DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA
“Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor”.
Todas las lecturas de hoy nos refieren la
oración, enfatizando la oración impetratoria o de petición fervorosa.
La primera lectura, tomada del libro de Ester
(3,6; 4,11-12.14-16.23-25), nos presenta a la reina Ester pidiendo
fervorosamente la protección de Dios en un momento de gran peligro en que temía
por su vida. La plegaria de Ester refleja su total confianza en el Señor y sus
promesas, confianza que solo puede emanar de la fe. Esa fe se refleja en la
manera en que Ester actuó inmediatamente después de su oración. Actuó conforme
a su certeza en que Dios había escuchado su oración. En eso consiste la fe.
Ester reconoce su pequeñez, su impotencia, su
soledad (“estoy sola y no tengo otro defensor fuera de ti”), y pone toda su
confianza en Dios con una certeza que solo puede emanar de la fe verdadera.
La lectura evangélica (Mt 7,7-12), por su
parte, nos evoca esa plegaria de Ester. En este pasaje Jesús nos enseña a pedir
con la confianza en que nuestro Padre que está en el cielo siempre está
dispuesto a darnos si le pedimos con ese mismo espíritu. Ya la antífona del
Salmo (137) nos había puesto en “sintonía”: “Cuando te invoqué, me escuchaste,
Señor”.
El Evangelio nos dice: “Pedid y se os dará,
buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien
busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su
hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una
serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros
hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le
piden!”
El abandono a la voluntad y providencia de Dios
que surge de la verdadera fe no se manifiesta sentándose a esperar que Él nos
provea nuestras necesidades. Por el contrario, tenemos que “actuar” de
conformidad con esa confianza, esa certeza de que Dios escucha nuestra
plegaria. Si no buscamos no hallaremos; si no llamamos no se nos abrirá.
En su libro Ser como Dios
manda (pp.49-50), Benjamín
Oltra Colomer nos dice: “Creyente no es el que posee a Dios, sino el que se
deja poseer por él. No eres tú quien posee la Revelación, si eres creyente, es
ella la que te posee a ti. Es la Palabra de Dios la que embarga, hipoteca y guía
tu vida dirigiendo tus pasos y haciendo que aceptes la voluntad de Dios como
propia”.
Cuando llegamos a ese grado de compenetración
con Dios en la oración, Su voluntad guía nuestra súplica, y nuestra petición
coincide con Su voluntad, que siempre coincide con el mayor bien para nosotros.
Por tanto, no pediremos nada que sea contrario a Su voluntad. Entonces Dios
siempre nos dará lo que le pedimos, porque todo lo que le pidamos será “bueno”.
Durante este tiempo de Cuaresma, pidamos al Señor que nos permita crecer en la fe de tal manera que nuestra oración de petición vaya siempre precedida de una acción de gracias (Cfr. Jn 11,41).
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