"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
DOMINGO II DE CUARESMA
CICLO
B
-
LA TRANSFIGURACION -
Gen. 22, 1-2.9a.15-18
1
Después de estas cosas sucedió que Dios tentó a Abraham y le dijo: « ¡Abraham,
Abraham! » El respondió: « Heme aquí. »
2
Díjole: « Toma a tu hijo, a tu único, al que amas, a Isaac, vete al país de
Moria y ofrécele allí en holocausto en uno de los montes, el que yo te diga. »
9a
Llegados al lugar que le había dicho Dios, construyó allí Abraham el altar, y
dispuso la leña;
15
El Angel de Yahveh llamó a Abraham por segunda vez desde los cielos,
16
y dijo: « Por mí mismo juro, oráculo de Yahveh, que por haber hecho esto, por
no haberme negado tu hijo, tu único,
17
yo te colmaré de bendiciones y acrecentaré muchísimo tu descendencia como las
estrellas del cielo y como las arenas de la playa, y se adueñará tu
descendencia de la puerta de sus enemigos.
18
Por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, en pago de
haber obedecido tú mi voz »
- Este relato es el más perfecto en
su forma y el más insondable de cuantos figuran en las historias
patriarcales. Tiene una ligazón muy laxa, distante, con lo que precede, por lo
que permite comprobar que durante largo tiempo tuvo existencia propia, antes de
insertarse en el conjunto narrativo elohista.
- Isaac ya no es un niño
pequeñín (sabe lo que se necesita para preparar un sacrificio y es capaz de
llevar una carga de leña). El lugar del que parte Abraham y al
que regresa es Beerseba (v. 19).
(v. 1-2) -
Israel expresa aquí, con gran densidad, su postura respecto a los
sacrificios de niños cananeos, por los que se siente escandalizado
ante la enormidad de esta costumbre sacrificial, pero esta historia responde
también a la cuestión de si era o no posible presentarse ante Dios con ofrendas
más pequeñas.
- El Dios de Israel somete a prueba a
Abraham. Se trata de una tentación que le pone Dios, que no piensa llevar
hasta sus últimas consecuencias, pero para Abraham aquella orden tiene una
seriedad mortal (estas dos perspectivas delatan un narrador nada común, que
mantiene tensa la atención del lector ante el horrible suceso y la conducta de
Abraham y de Isaac).
- Para Abraham, esta orden de Dios es
absolutamente incomprensible: el hijo tan demorado, sobre el que recae la
promesa de una descendencia dilatada (15, 4s), ha de ser devuelto a Dios en
holocausto. Según (Gen. 12, 1s) Abraham, hubo de separarse de todo su
pasado y ahora ha de abandonar todo su futuro. Exigencia divina aún más densa
después del relato lleno de expectación tensa que preparó el nacimiento de
Isaac (12, 1s; 16, 1s; 18, 1s). Dios conocía la magnitud del sacrificio pedido: “a tu único, al que tú
amas”.
TENTACION: La
idea de tentación (pedagógica prueba de resistencia que Dios impone al hombre
para sondear su fe y fidelidad) no es nueva en la historia de los patriarcas:
(Gen. 12, 1s.; 15, 1s); el hambre que se abatió sobre Canaán (Gen. 12, 10s)
cuya prueba Abraham no logró superar (Gen. 18, 1s). Pero aquí lo verdaderamente
nuevo es la idea de prueba ya desde el primer versículo y su aniquiladora
dureza. La idea de tentación sobre Israel es más antigua que la idea de prueba
impuesta a un individuo en su vida personal. “País de Moria” (II Cro. 3, 1), nombre antiguo del que no se sabe
nada.
(v. 9a) -
Vuelve a tomar el relato un ritmo lento en la preparación en la cima del monte:
simples movimientos bien detallados.
(v. 15-18) - “La voz de Dios resuena por 2ª vez”. Esto es seguramente una adición a la antigua leyenda
cultual, pero no es reciente este añadido, pues su primer propósito es ligar
este relato al tema de la promesa.
- En este estilo es diferente este lugar,
aquí se desfoga poderes y celebra con superlativos al vencedor del Moria (en el
resto del relato es mesurado en exponer). El tono es excesivo (no hay ningún
otro pasaje donde Dios “juro por mí mismo” y es idea lejana al tema de las promesas el que la
semilla de Abraham “poseerá la puerta de sus enemigos”).
- Una tradición del judaísmo tardío relata
que Sara después del regreso de Abraham, al enterarse de lo que había ocurrido
lanzó 6 gritos y murió.
- Tras estos 19 vv. hay una inmensa
experiencia de la fe: sabe que con frecuencia Dios parece contradecirse,
que actúa como si quisiera excluir de la historia la salvación que El con ella
había emprendido. Así es como Dios pone a prueba la fe y la obediencia. Israel
no fundaba su existencia en la historia sobre títulos jurídicos que le
perteneciesen sino exclusivamente en la voluntad de aquel que libremente
dispone la historia y dejó vivir a Isaac. El Dios de Israel es libre de dar y
tomar y nadie puede preguntarle ¿qué haces? (Job 9, 12; Dan. 4, 32)
Rm. 8, 31b-34
31b
Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros?
32
El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas?
33
¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien justifica.
34
¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó,
el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros?
(v. 31b-32) -
Tenemos aquí una conclusión doxológica (v. 31-39). La certeza
de la fe y de la esperanza alcanzan en este v. 31 acentos de un grito jubiloso
de triunfo: “Dios
está con nosotros”,
parece haber olvidado “los sufrimientos del tiempo presente” (v. 18). Es éste un himno del Amor de Dios,
y el Hijo es testigo de ello, ese es su testimonio (testimonio
del Espíritu Santo 8, 26-27; testimonio del Padre 8,
28-30).
- San Pablo en este grito parece también
haber olvidado las exigencias de una vida de esperanza, pero ambas cosas no se
excluyen porque no se pueden concebir sin la iniciativa de Dios. Él es el “Dios con nosotros”. Esta exclamación polémica sólo puede dirigirse al
espíritu de negación que siempre tiene que objetar algo a Dios y se opone a su
obra de salvación, pero nuestro Dios es el Dios de quienes esperan con
paciencia.
(v. 33-34) - La acusación contra los “elegidos de Dios” queda anulada en Dios mismo, pues por ser elegidos,
son salvados, han recibido el “espíritu de adopción” (v. 15) y son “hijos de Dios” que disponen de la promesa de la gloria futura, a
quienes Dios se “lo dará también todo” en el Cristo muerto y resucitado por ellos. Por
haber comenzado a amar a Dios los creyentes tienen que llamarse “elegidos de Dios”. Sólo en esta conexión quedamos libres de todo orgullo y
suficiencia y demostrar así su legitimación por medio de la esperanza que tiene
en cuenta la acción salvadora de Dios en favor de todos los hombres.
- Una vez más tenemos aquí el fundamento de
nuestra certeza sobre la salvación en la obra justificante de Dios que
supera la acción del pecado. A la pregunta sigue un silencio que es roto por el
grito de “Jesucristo”. Es la llamada al redentor frente a la acusación
condenatoria del enemigo de la salvación. Jesucristo no es pues un pasado sino
el presente y futuro para nosotros.
Mc. 9, 2-10
2
Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a
ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos,
3 y
sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún
batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo.
4
Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.
5
Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: « Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a
hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías »;
6 -
pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados -.
7
Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde
la nube: « Este es mi Hijo amado, escuchadle. »
8 Y
de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con
ellos.
9 Y
cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto
hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
10
Ellos observaron esta recomendación, discutiendo entre sí qué era eso de «
resucitar de entre los muertos. »
- La transfiguración de Jesús sobre
un monte elevado, es como el acontecimiento después del bautismo. Este hecho se
narraba ya en la comunidad postpascual, antes de que Mc. escribiese.
- Desde 8, 31 Marcos tiende a
revelarnos el misterio de la muerte de Jesús (9, 9-13) y estos
vv. los ha añadido Mc. intencionadamente. Marcos hace desvelar el misterio
mesiánico de Jesús a los tres discípulos que después de la resurrección (9, 9)
lo iluminarán a toda la comunidad. La transfiguración sirve de exhortación y
consuelo para la comunidad.
(v. 2)
- El acontecimiento no está delimitado en el tiempo y el
espacio. El Monte Tabor es venerado hoy como “monte de la
transfiguración”,
lugar impresionante sobre la llanura del norte, la única altura. “Monte alto” es un término exclusivamente teológico (Ex. 24, 16,
también con los seis días).
(v. 3)
- También en la historia de Moisés hay otro dato respecto a su
rostro: (Ex. 34, 29-35; Mt. 17, 2). Marcos describe la blancura de los
vestidos de Jesús que corresponde no tanto a Moisés como a un rasgo de
las descripciones apocalípticas de la resurrección (Apoc. 7, 9; 3, 5). Es un
símbolo de la gloria del cielo, del fulgor divino que los ojos terrenos no
pueden aguantar: es una teofanía. Así indica Marcos “se transfiguró”, que no sucede por un proceso gradual de plenitud
(consagración mistérica), sino un acontecimiento obrado por Dios, es pasivo en
Jesús.
(v. 4)
- Elías y Moisés son bien conocidos
en el A.T., sobre los que giraban ideas del judaísmo. Su testimonio queda
limitado a su aparición y a la importancia de sus
personas. Su función es la de señalar a Jesús como el más grande,
el esperado que colma todas las esperanzas. Y seguido de ellos viene el
testimonio de Dios que declara a Jesús, su Hijo Amado y exhorta a los
discípulos: “escuchadle”. Este es el ápice del acontecimiento teofánico.
(v. 5)
- Entre tanto, interpela Pedro fascinado por la
escena. Quería invitar a esos personajes gloriosos a que se queden. Quiere asir
la felicidad y aporta su esfuerzo: “levantar 3 tiendas”. Nos recuerda la fiesta de los Tabernáculos (semana que
anticipaba el júbilo del tiempo de salvación).
(v. 6)
- Mc. considera este lenguaje de Pedro como carente de sentido y lo
explica por el temor religioso que invadió a los discípulos.
Jesús también le habría podido responde: “no piensas a lo divino sino a lo humano”.
(v. 7)
- Cuando la incomprensión humana es mayor, interviene Dios (Ex. 24,
15-18) con su presencia benéfica. Jesús es mayor que Elías y Moisés y diferente
del Mesías esperado por los discípulos. La voz de Dios se dirige a los
discípulos: “Escuchadle” (Dt. 18, 15) (Dt. 18, 19). Las palabras de Jesús
sobre su pasión y seguimiento con la cruz (en la comunidad posterior) son
también palabra de Dios que hay que obedecer.
(v. 8)
- Toda la aparición del cielo desaparece. Todavía no ha
llegado el tiempo de la consumación y de la gloria. La enseñanza es que Jesús
ha de padecer mucho, ser rechazado y muerto. La resurrección está en
promesa para el Hijo Amado. Así han de entrar también los
discípulos por el camino estrecho de la cruz. Este episodio abre los ojos de
ellos ante la justificación de Jesús y su investidura de poderes de parte de
Dios.
(v. 9-10) - Jesús les impone silencio hasta que no “resucite de entre los muertos” y ellos se preguntaban qué sería eso, no entendían, Jesús quiere velar su secreto mesiánico pues este episodio se entendería junto con su resurrección y ellos tres serían testigos de esta transfiguración ante los demás apóstoles.
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