"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
DOMINGO I DE CUARESMA
CICLO
B
-DOMINGO
DE LAS TENTACIONES-
Gen. 9, 8-15
8
Dijo Dios a Noé y a sus hijos con él:
9 «
He aquí que yo establezco mi alianza con vosotros, y con vuestra futura
descendencia,
10
y con toda alma viviente que os acompaña: las aves, los ganados y todas las
alimañas que hay con vosotros, con todo lo que ha salido del arca, todos los
animales de la tierra.
11
Establezco mi alianza con vosotros, y no volverá nunca más a ser aniquilada
toda carne por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la
tierra. »
12
Dijo Dios: « Esta es la señal de la alianza que para las generaciones
perpertuas pongo entre yo y vosotros y toda alma viviente que os acompaña:
13
Pongo mi arco en las nubes, y servirá de señal de la alianza entre yo y la
tierra.
14
Cuando yo anuble de nubes la tierra, entonces se verá el arco en las nubes,
15
y me acordaré de la alianza que media entre yo y vosotros y toda alma viviente,
toda carne, y no habrá más aguas diluviales para exterminar toda carne.
- Este capítulo 9 es diseñado por la escuela
P (sacerdotal) y por ello tiene gran precisión y sutileza teológica.
Aquí no habla de cosas remotas concernientes a la humanidad primitiva, sino que
responde a cuestiones elementales y con importancia actual para la fe de Israel
en una época tardía. El discurso de Dios presupone una grave
perturbación, una degeneración profunda de la creación que
había salido “perfecta” de las manos de Dios. Violencia y muerte
caracteriza la vida colectiva de las creaturas. La paz entre ellas ha
desaparecido.
(v. 8-15) - Habla de una alianza concluida
por Dios con Noé y sus descendientes. Junto a las palabras de promesa, Dios ha
puesto además un signo que la hace perceptible en el ámbito de lo visible y la
garantiza. La perícopa abunda en duplicados:
- Promesa de alianza: v. 9 = v. 11
- Señal de alianza: v. 12 = v. 17
- Dios ve el arco iris y se acuerda de su alianza: v. 14
= v. 16; etc.
De aquí se colige la existencia de dos recensiones
completas.
- La conclusión de una alianza debe aclarar
una situación jurídica embrollada y oscura entre dos individuos o grupos,
sentando las relaciones sobre una nueva base jurídica. Este es el único pasaje
del A.T. donde se nombra la alianza entre Dios y Noé. Esta alianza se
diferencia de la hecha con Abraham o Moisés en que en éstas, un individuo o un
pueblo era llamado a una relación de comunidad personalísima con Dios (así
éstos aceptan o no esta relación), pero el signo de la alianza noaítica se
levanta entre el cielo y la tierra como prenda en virtud del perdón concedido,
sin ninguna adhesión del lado de la parte terrestre. Con esta voluntad
graciable de Dios, se engendra una confianza renovada en que Dios quiere
garantizar la perennidad del orden establecido.
- Arco iris en hebreo
significa, en otros pasajes del Antiguo Testamento, el arco guerrero que
sirve para flechar. Es ésta una imagen de arcaica belleza: Dios muestra ante el
mundo su arco colgado de la pared del horizonte, en son de paz. Y el hombre
experimenta la ventura de esta nueva relación gratuita en la estabilidad
de los órdenes naturales; primero en los elementos impersonales.
- ¿Cómo se explica esta estabilidad de la naturaleza y la
constante bendición de la humanidad a pesar de la persistencia de sus actos
violentos y sus continuas vueltas al salvajismo?. Sólo porque impera una voluntad
divina, paciente y salvadora. Hasta la fe nos habla de una solemne garantía
contra los desórdenes cósmicos.
- Este orden natural fijado
por Dios en su Palabra asegura, de modo misterioso, la persistencia de un mundo
en el cual El acometerá en su tiempo la obra de la historia de la salvación.
I Pe 3, 18-22
18
Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez por los pecados,
el justo por los injustos, muerto en la carne, vivificado en el espíritu.
19
En el espíritu fue también a predicar a los espíritus encarcelados,
20
en otro tiempo incrédulos, cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los
días en que Noé construía el Arca, en la que unos pocos, es decir ocho
personas, fueron salvados a través del agua;
21
a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva y que no consiste en quitar
la suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una buena conciencia por medio de
la Resurrección de Jesucristo,
22
que, habiendo ido al cielo, está a la diestra de Dios, y le están sometidos los
Angeles, las Dominaciones y las Potestades.
- Las razones por las que hay que sufrir y
seguir obrando el bien nos la da el ejemplo de Cristo y las promesas
del bautismo.
(v. 18) -
Una vez más (2, 21-25) aparece la imagen del Crucificado con
los colores del profeta Isaías. Su muerte en la cruz fue un sacrificio
por el pecado (Is. 53, 10). Como Cristo, también sus discípulos, que
quizá en un futuro próximo tengan que comparecer como acusados ante el juez y
ser condenados, deben de poner su vida en la balanza de la justicia divina
como víctimas por el pecado, por las injusticias de los otros y así
también ellos “tendrán
descendencia”.
- En 18b vemos un aspecto de la
pasión de Cristo que puede ser posible en los cristianos. Su cuerpo
temblaba y se extinguió, pero este ajusticiado en la tierra, en el Reino de Dios
comienza a “atraer
a todos hacia sí” (Jn.
12, 32). La Iglesia primitiva y los cristianos del Asia Menor a quienes
escribía Pedro, sabían por experiencia de ese poder que dimana de los hombres
que mueren en Cristo y convirtieron a otros que eran totalmente inaccesibles.
(v. 19) -
También el ejemplo de Cristo predica en el martirio. Con su muerte
comenzó la actividad llena de vida, anunciando su victoria “a los espíritus que
estaban en la cárcel”.
Según convicción de los primeros cristianos, Cristo en las horas desde su
muerta hasta su resurrección, actuó en el reino de los muertos. Lo describe
Pedro con imágenes del judaísmo posterior. La “cárcel” era un lugar de castigo y horror. El libro de Henoc
dice: “Henoc, escritor de
la justicia, ve, predica a los guardianes (caídos) del cielo”. Cristo, no se sabe por este pasaje, si salva o condena
a sus moradores, pero aparece una doble verdad:
a) La acción salvífica del Señor
abarca todos los ámbitos del mundo.
b) Cristo es el testigo fiel, el
mártir que dio noticia de la salvación a todos los seres, incluso a los
hostiles a Dios.
(v. 20) -
Pedro pasa de los espíritus en general a determinados hombres desobedientes.
Con esto evoca dos épocas de la historia de la salvación donde aguarda la “paciencia de Dios”: antes del diluvio y los últimos tiempos (Gen. 7, 7),
aquellos que comían y bebían y eran lascivos y en tiempos de Pedro los
representantes del Estado, paganos y los obedientes a Satanás. Los cristianos
tiemblan ante éstos (13, 14b s.). Los temerosos de Dios han de predicar para
que todos se conviertan.
- Como entonces se preparó un
medio de salvación: el arca ahora es el bautismo el
que salva. “Se
preparó” según un plan
inteligente; el número 8: como consumación de la semana de 7 días, el día
8º recuerda la Resurrección del Señor a través del agua,
alusión al bautismo, el agua conduce al madero, y volvemos al “arca”: La Iglesia y la cruz (2, 24). Por el bautismo y la cruz
salvadora y la buena voluntad, nos salvamos.
(v. 21) -
El bautismo es ante todo un compromiso, un pacto en presencia de
Dios (Rm. 6, 17) que obliga al cristiano a reconocer en todo la santa
voluntad de Dios, entregarse a ella y por eso someterse también a
los jueces de la tierra (3, 16).
(v. 22) -
En un principio Cristo se muestra sometido a los jueces de la tierra, ahora es
el rey que impera a quien están sometidos los tres nombres, hostiles a Dios
(Rm. 8, 38; I Cor. 15, 24; Ef. 6, 12; Col. 2, 15). “Potestades”: representantes del poder político. Ante ellos tiemblan
los cristiano, pero Cristo desde su Pascua los ha vencido, por eso: (3, 14) “no les tengáis miedo ni
os estremezcáis”.
Mc. 1, 12-15
12
A continuación, el Espíritu le empuja al desierto,
13
y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba
entre los animales del campo y los ángeles le servían.
14
Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena
Nueva de Dios:
15 « El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva. »
(v. 12-13) - Con un “en seguida” muy del estilo de Marcos, une la historia de la tentación con el bautismo. El Espíritu que acaba de descender en el Bautismo le impele al desierto. Como con fuerza irresistible le conduce a la soledad, lejos de los hombres, con Dios sólo. La tentación de Satán no aparece aquí (sí en Mt.) como el objetivo de este rapto, sino que tiene lugar a lo largo de los “40 días” en el desierto. La estancia en el desierto, la convivencia con las fieras y el servicio de los ángeles, aparecen con igual relieve y el “ser tentado” pertenece a este tiempo tranquilo y le da su sello. Todos los esfuerzos de Satán permanecen infructuosos y Jesús está en paz y comunión con Dios.
- Para Marcos el desierto es
el lugar de encuentro con Dios (1, 35) (6, 31) (6, 32). En el desierto Dios
salvó a su pueblo con el maná y ahora multiplica los panes, es un lugar
privilegiado de instrucción y robustecimiento, es la patria del Evangelio.
- Pero también es lugar de decisión.
Mientras Israel sucumbió a la tentación, el “Siervo de Dios”, el Hijo Amado sale victorioso. El número 40 es
un número sagrado en la Biblia (Dt. 8, 2s.15s.) (Ex. 34, 28) (I Re 19, 8) (Ex.
24, 18)
- Las continuas tentaciones van contra el
Mesías y contra la obra de salvación que le ha sido encomendada, pero Jesús
permanece fiel.
- “Entre animales salvajes” expresa la convivencia pacífica con ellos y el
servicio de los ángeles apunta a la previsión de alimento y bebida (I Re. 19,
5ss.). La paz con los animales es reconciliación con las cosas creadas. Para el
tiempo mesiánico se esperaba una actitud pacífica de los animales (Is. 11, 6s.)
y el Mesías lleno del Espíritu de Dios (Is. 11, 2s.) en su lucha con Satán
experimentó la realización de esta promesa. Los ángeles son la contrarréplica
de Satán y ponen en marcha la providencia divina.
- En esta perícopa de Marcos prevalecen los
tonos luminosos. Porque el Espíritu de Dios es más fuerte que las tinieblas.
(v. 14) -
No se presenta Jesús como Juan en las cercanías de Judea y Jerusalén,
sino en Galilea, su patria chica. Nos da con esto Mc. un punto de
partida terrestre muy bien delimitado: hermosa franja de tierra, con la
superficie luminosa del lago, suaves colinas y cielo alto donde encaja bien la
alegre buena nueva de la salvación de Jesús, la que ofreció a los hombres
sencillos y pobres en su mayoría. He aquí una patria terrena para el Evangelio
y de aquí partirá después Jesús a Jerusalén, la ciudad santa, para sufrir allí
la muerte, mas los discípulos tendrán orden de Jesús, después de la Resurrección,
de volver a Galilea, para ver allí en ese marco luminoso al Señor glorificado
(16, 7).
- Jesús también proclamaba como un “predicador”, pues el Evangelio no llega de otro modo a los hombres.
No es una doctrina al modo de exposición escriturística que hacían los doctores
judíos de la ley, ni una exposición filosófica que va a la razón e inteligencia
de los oyentes, sino un mensaje que Dios mismo transmite a
través de su portavoz en un momento histórico y con un contenido: “se ha cumplido el
tiempo; el Reino de Dios está cerca”. Tiempo de cumplimiento que evoca un tiempo de espera,
el que fue lleno con la voz de los profetas, portavoces del A.T. El tiempo de
la desgracia ha pasado y llega el de la gracia y la salvación bajo el signo del
amor y la luz de Dios (escatológico).
- El “Reino de Dios”, concepto con una larga historia: Dios domina como
rey, es la soberanía de Dios, que no está delimitada por ninguna región sino
que es un acontecimiento, la acción divina en marcha como anunciaron los
profetas para el “fin de los tiempos”. Y este Reino está cerca, pero no es su proximidad
medible en el tiempo. Dios ofrece la salvación de modo especialísimo:
curaciones, expulsión de demonios, perdón de los pecados, compasión por todos
los hombres. Es el Evangelio de Dios del que nadie queda
excluido, ni siquiera los transgresores de la ley y que se anuncia a los
pobres, es una luz de vida en medio de un mundo frío de odios y envidias, de
malicia y violencia. Pero si Dios otorga, espera una respuesta. Su compasión no
es debilidad, sino una llamada a una conducta semejante (12, 30s). Por ello, a
la voluntad salvadora de Dios sigue la exhortación a convertirse y a
creer en el Evangelio.
(v. 15) - Convertirse es mucho más que “cambio de mente”, aunque esto se presuponga. También “penitencia” es poco. Conversión significa, según la imagen del Antiguo Testamento, la vuelta atrás en el camino equivocado, retorno a Dios de quien el hombre se ha apartado. Así pregunta Jer. 8, 8s., el máximo profeta de la conversión en la antigua alianza. Renovación del corazón y vuelta a Dios en pureza, humildad y confianza, que Dios disponga de su vida. Pero en Jesús, además, conversión es creer en el Evangelio y la respuesta a Jesús es acoger esta oferta de salvación con un sentimiento íntimo de alegría. En la fe late una conversión vigorosa y de ésta en la fe brota todo lo demás, como la confianza en Jesús y en las fuerzas salvadoras que se hacen presentes en él (2, 5; 5, 34; 10, 52). También es confianza en el poder salvífico de Dios (9, 23s), expulsión de toda duda o zozobra (11, 23s), convencimiento de la proximidad de Dios en la persona de Jesús (4, 40).
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