El derecho a vivir lo más dignamente posible, respetando la vida, es algo que nos incumbe a todos. Y todos somos responsables en tener y compartir los valores de las personas. Nadie es un inútil. La vida nos interroga, nos cuestiona y nos exige colaborar en el bien común. Vivimos en una sociedad tecnificada y si no estamos atentos, si no damos respuestas inteligentes, liberadoras… nos convertimos en “esclavos” del progreso e ignoramos a quienes viven en la pobreza.
Estamos llenos de tantas actividades… pero quizás vacíos de ilusión y proyectos y vida. Hay que seguir buscando nuevos horizontes que nos ayuden a ser más cercanos, a recuperar a quienes han perdido la ilusión y las ganas de vivir. El valor de la convivencia nos exige, en primer lugar, olvidarnos un tanto de nosotros mismos y apartar algo (o mucho) para los demás.
¿Quién no se ha equivocado alguna vez? Saber tolerar y si es necesario: perdonar. ¡Cuántas lecciones nos da la vida! Seamos críticos, responsables y no caigamos en lo que arrastra a las personas insensibles o indiferentes. La indiferencia aísla, margina, al final... mata.
Nos ha dejado este mensaje Martin Luther King: “No me duelen los actos de la gente mala”. Seamos sensibles a todo lo que nos llega y nuestras respuestas sean siempre inteligentes y responsables.
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