"Ventana abierta"
Los capellanes de hospitales en
la crisis del coronavirus: “No estáis solos”
Archidiócesis de Sevilla
El mundo está sufriendo estas semanas
probablemente el peor azote que se recuerda tras el final de la Segunda Guerra
Mundial. La pandemia del coronavirus nos destroza el ánimo cada mañana con unos
registros que nos resistimos a asumir. Cuando escribimos estas líneas, son
6.500 los fallecidos en España, 30 de ellos en la provincia de Sevilla, 78.797
casos los afectados, y en primera línea de batalla se encuentra el personal
sanitario, un contingente de héroes que ponen todo de su parte para atender a
las personas que a diario colapsan los centros de salud. Otros testigos
directos de cuanto allí acontece son los capellanes de hospitales.
La cifra de capellanes de hospitales supera en
España el medio millar. 28 de ellos desarrollan su tarea en los centros de
salud comprendidos en la Archidiócesis de Sevilla, y al frente de la
coordinación se encuentra el sacerdote Manuel Sánchez de Heredia, que no
cesa de recordar lo mismo cada vez que tiene ocasión: “quedaos en casa”.
Paradójicamente, la recomendación ha diezmado considerablemente el contingente
humano adscrito a la Pastoral de Salud en los hospitales, ya que los
voluntarios, han pasado estos días a una especie de “reserva espiritual”,
potenciando la oración y el contacto telefónico con enfermos y familiares con
quienes solían mantener contacto. Sánchez de Heredia les envía a todos ellos su
“afecto y oración agradecida, porque sé el dolor que les causa no poder visitar
a sus mayores y enfermos”.
La movilización del sector sanitario para
encarar esta pandemia afecta también a los capellanes de hospital. Su labor se
orienta en dos direcciones. De un lado, mantener la disponibilidad absoluta ante
las peticiones de todo tipo que reciben de los enfermos. Una tarea que abarca
la asistencia sacramental y el acompañamiento. La escucha, la mano tendida,
como terapia de choque en unas situaciones muy delicadas si tenemos en cuenta
que muchos pacientes deben pasar el trance de la enfermedad en la más absoluta
soledad, al haberse restringido el acceso de los familiares.
‘Sanitario, no estás solo’
Por otra parte, están especialmente atentos a
los médicos y enfermeros: “Nos tienen a su entera disposición y, en la medida
de nuestras posibilidades, estamos para ayudar en todo lo que, de bueno, sirva
a la salud y a la vida de los hombres”.
El homenaje diario en forma de aplauso
colectivo desde los hogares se siente de forma emotiva en el interior de los
centros de salud. Manuel Sánchez da fe desde su puesto en el Hospital Virgen
del Rocío, donde mantiene una estrecha relación con buena parte de los
profesionales que desarrollan allí su labor. La disponibilidad es total: “los
que son creyentes nos piden que recemos por ellos. Muchas veces sólo con
sonreírles y saludarles amablemente les ayudamos, así como con saber que estamos
ahí para lo que necesiten”. Estos días algunos se acercan a la capilla en un
receso del trabajo buscando la paz, quizás respuestas a esta tragedia delante
del Sagrario, y no faltan quienes piden la comunión.
Disponibilidad, colaboración, escucha… Estas
son algunas de las constantes que resumen una tarea que, en este contexto,
exige una vuelta de tuerca, un sobreesfuerzo a este colectivo de Iglesia en
medio del sufrimiento. En esta línea de servicio, Alberto Cano, sacerdote
jesuita y psiquiatra, ha ideado una campaña de acompañamiento a los
profesionales sanitarios, ahora y después de la crisis, bajo el lema
‘Sanitario, no estás solo’.
Iniciativas como esta son acogidas con gratitud por
un colectivo estos días exhausto, necesitado también de la cercanía de los
capellanes. El delegado diocesano no escatima elogios y pide a los fieles que
los tengan en sus oraciones: “Que Dios les bendiga copiosamente, y guarde y
proteja a todos sus familiares”, reitera.
Un servicio sin trabas
Gozan de libertad de acceso en todas las zonas
hospitalarias, y eso hace que extremen las cautelas. “Tenemos que ser
cuidadosos con las medidas de protección, no tanto por nosotros mismos, que
también, sino porque tenemos que visitar a muchos enfermos y no podemos ser
vectores de transmisión”, aclara. Pero todo enfermo que lo solicite tiene
derecho a la atención espiritual, y Sánchez de Heredia subraya que “nadie pone
impedimento a la labor del capellán”.
Desde la capellanía del hospital, nos hace
llegar una petición concreta a cuantos formamos la Iglesia doméstica en el
confinamiento de nuestras casas: que recemos. A tiempo y a destiempo. Ellos
siguen las indicaciones del Arzobispo sobre las peticiones que dirigir al Señor
en el rezo del Santo Rosario, y valoran muy positivamente las retransmisiones
de las misas en streaming desde parroquias y capillas de
hermandades. Un servicio éste impagable, que llega a las habitaciones donde
muchas personas sufren el trance de la enfermedad. Y muchos de ellos lo hacen
en medio de una soledad que los capellanes de hospital tratan de paliar con la
misma disponibilidad de siempre. Ellos, ahora más que nunca, son mensajeros de
esperanza en un mundo desorientado que no acierta a ver la luz.
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