"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
NECESITAMOS VIGILAR
35 « Estén ceñidos vuestros lomos y las
lámparas encendidas,
36 y sed como hombres que
esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame,
al instante le abran.
37 Dichosos los siervos,
que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los
hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá.
38 Que venga en la segunda
vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos! (Lc.
12, 35-38)
Exhortación reiterativa de Jesús a la
vigilancia en hacer el bien y no distraernos con un obrar inconsciente o a veces
malo, buscando nuestros gozos y glorias y olvidando que soy tan solo un siervo
a quien el Amo pedirá cuentas de la hacienda y dones que me ha encomendado,
para que los administre bien y de fruto con mi trabajo perseverante.
Lo primero que dice Jesús es que nuestra
lámpara ha de estar luciendo ante los hombres y, por tanto, ante Dios. La luz
es Cristo, que nos ha regalado con su nacimiento y revelado el amor del Padre.
Y esta Buena Nueva, la única, debe lucir y nunca apagarse. “Yo soy la luz del
mundo, dice Jesús, el que me sigue no camina en las tinieblas sino que tendrá
la Luz de la Vida”.
No tenemos otro proyecto de vida sino seguir
a Jesús y esto en medio de nuestras tareas y oficios. ¿Cómo Dios puede
exigirnos algo incompatible con nuestra vida y trabajo? No, Jesús, no es un
intruso en nuestros planes y proyectos, al contrario, es el motor y el “aceite”
que lubrica todo lo que emprendemos. Él es el amor que ilumina nuestra vida,
dándole un sentido.
Dios ha querido hacer boda con nuestra
naturaleza y esta fiesta inaudita requiere siervos despiertos en una continua
acción de gracias y rendimiento por su amor. Sabemos que Jesús ha venido a
servir, pero tanto como servirnos en el Reino a su mesa, eso es locura de amor
y, por tanto, una sin razón humana, pero no así divina.
Lo nuestro es la gratitud estando despiertos
a toda esta realidad. Y esto a media noche o de madrugada, es decir, en todo
tiempo. El único sueño que se le regala al siervo fiel, es dormirse en una
eterna alegría, en los brazos del Esposo que está ya por siempre desposado con
nuestra naturaleza.
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