03/06/2014
Antonio Collado
Vicario de la promoción de la fe y párroco de San Juan Bautista de Málaga.
El Evangelio de Juan presenta la venida del Espíritu sobre los apóstoles desde una perspectiva teológica distinta a los sinópticos y por tanto su relato es diferente. Leo con atención el pasaje y me centro en los aspectos que me parecen más novedosos o sugerentes.
Este relato es el “Pentecostés del cuarto evangelio” situado no a los cincuenta días después de la Pascua sino que está presentado como si hubiera ocurrido el mismo día de la Resurrección. Así se está resaltando algo importante: la estrecha relación que existe entre la Resurrección de Jesús y la efusión del Espíritu como aspectos complementarios de la misma realidad. Intento descubrir cómo está expresada esta idea en el relato. El Espíritu no aparece simbolizado por un viento impetuoso o por llamas de fuego, sino por el mismo aliento vital del Resucitado que “sopla” sobre sus discípulos; en clara referencia a (Gn 2,7) donde Dios hizo el mismo gesto al crear al ser humano. Parece evidente: el Espíritu Santo hace a los discípulos personas “nuevas” y “recreadas”, capacitados para realizar su nueva vocación, la tarea que el Padre encomendó a Jesús (vv.21-22), la tarea para la que todos hemos sido creados. Un rasgo típico del cuarto evangelio consiste en introducir en este contexto el tema del perdón de los pecados, así la tarea encomendada por Jesús y sostenida por el Espíritu se presenta como una tarea de reconciliación universal. Esta efusión del Espíritu no es una “sorpresa narrativa” en el evangelio de Juan; responde a la promesa del Maestro en la última cena de despedida, lo puedo leer en (Jn 14, 16-17. 26; 15, 26-27; 16, 7-15). No cabe duda de que el papel del Espíritu Santo es fundamental en la comunidad de los discípulos: procede el Padre; será el protector; ayudará a soportar la ausencia física del Maestro y a reconocer su nueva presencia como resucitado; sostendrá el testimonio en favor de Jesús y su Evangelio en el mundo; mantendrá viva su memoria y ayudará a conocer la verdad plena.
La venida del Espíritu Santo es permanente. En el mismo momento de la resurrección; a los cincuenta días después de la Pascua; en mi bautismo y confirmación.
¿Cómo me ayuda este texto para conocer mejor quién es y cómo actúa el Espíritu Santo?
¿Qué experiencia tengo de su acción en mi vida?
Sabiéndome habitado por el Espíritu del Señor resucitado presto atención a sus mociones en mi interior, cuidando el silencio y evitando la dispersión, porque su voz es tenue como el susurro del viento.
¿Qué podría hacer para concretar en mi vida esa misión de reconciliación a la que soy enviado?
¿En qué aspectos podría cambiar mi vida si fuera más dócil a su acción?
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