"Ventana abierta".
El maestro sufí.
18 -septiembre- 2011.
Un viejo maestro sufí dio una vez una lección muy importante al grupo de discípulos que tenía delante. Les dijo:
"Tened en cuenta una cosa. En el corazón de cada hombre y de cada mujer, existen dos lobos que luchan siempre entre ellos.
Un lobo representa todas esas tendencias perversas que nos hacen ser menos personas, peores personas: el odio, la envidia, la lujuria, la agresividad, la ambición...
Y el otro lobo representa las tendencias buenas, los impulsos buenos que hay en nosotros: la bondad, la misericordia, la simpatía, la alegría, la paz, el deseo de justicia...
Uno de los discípulos se quedó pensando, y al final se atrevió a preguntar:
"Maestro, de esos dos lobos que luchan siempre en el corazón, ¿cuál vencerá al final?
Y él les dijo:
"Vencerá aquél que tú alimentes cada día".
Es verdad que los seres humanos - nos instruye el sacerdote dominico Fco. J. Rodríguez Fassio- muchas veces nos sentimos víctimas de las circunstancias, de nuestro ambiente, de nuestro origen, nuestra educación; las circunstancias de nuestra sicología, nuestra manera de ser de actuar, de nuestra química interna que no sabemos comprender, de tantas cosas que nos hacen sentir esas desproporciones que hay en nuestro interior..., las tendencias positivas y las tendencias negativas; siempre pidiendo, siempre moviéndose, siempre luchando una contra otra.
A veces nos gustaría estar tranquilos, adormilados, sedados..., pero eso no sería vivir.
Pero, claro. ¿Cómo saber manejarme interiormente?
¿Cómo ser cada vez mejor?
¿Cómo lograr que el lobo bueno triunfe y el lobo malo no triunfe? ¿Cómo poder conducir mi propio coche interior?
¿Cómo encontrar esa sabiduría para vivir?.
Yo creo -continúa explicando Rodríguez Fassio- que lo importante es fijarse los objetivos quizás en un plazo muy concreto, porque decimos:
¡Tengo, ¡uf!, toda la vida por delante!, ¡ya tendré tiempo!, ¡en otro momento!, ¡esto es muy difícil, muy complicado!..., sino saber que aunque nuestra vida puede ser larga, quizá lo que tenemos a mano, lo que podemos gestionar es el día a día.
Yo no sé lo que me puede pasar dentro de diez años, pero sí puedo gestionar el día; quizá tantas dificultades que me fije el ser mejor me desanime, pero para hoy, en 24 horas de hoy, sí tengo la habilidad y la fuerza necesaria.
Leí una vez un cartel que decía:
"Vive como si hoy fuera tu primer día.
Como si hoy fuera tu último día.
Cómo si hoy fuera tu único día".
¿Qué pasaría si fuese mi primer día?
Pues, estrenar la vida, poder superar todas las asperezas, todas las decepciones, todos los traumas, todas las amarguras, todos los pesos, todos los lastres, estrenar la vida, poder amanecer con esa fuerza vital, con esa ilusión por el futuro, con esa gana de hacer nuevas todas las cosas.
¿Qué pasaría si fuera nuestro último día?
Qué gana de reducirme a lo fundamental, a lo importante, a lo que verdaderamente merece la pena, qué gana de no perderme en tonterías, qué gana de poder decir aquellas palabras tan importantes, y hacer aquellos hechos para los que estoy hecho y poder dar lo mejor de mí mismo, porque me queda muy pocas horas.
¿Y qué pasaría si fuera mi único día?
A veces consideramos:
¡Bueno, más o menos, por estadística, pues todavía puedo durar 70 u 80 años..., pero sin embargo, nadie nos puede dar garantía de que vamos a durar ese tiempo. Lo que tenemos es el hoy. Puede ser que este hoy sea el único día que nos queda.
Pero si yo no vivo así, diciendo:
"¡Estas 24 horas son las fundamentales, las decisivas, las únicas que tengo, las que tengo que aprovechar...!", mi vida desde luego cambiaría mucho más.
Sí, la mejor manera de no desanimarse ante la longitud del camino, ante las dificultades del camino, es talonar el paso, saber dar a la dirección correcta el paso que tengo que dar hoy, y , y así poder vivir bien, y hacer que el lobo bueno venza al lobo malo, aunque la lucha me dure hasta..., ¡bueno!, aunque sea una hora después de muerto, pero soy yo quien llevo la vida.
Y fue la sabiduría del antiguo maestro sufí, que con toda sabiduría auténtica, continúa siendo de aquí, de ahora y para siempre.
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