La única salida libertadora y consoladora
que pueda encontrarse en este mundo frente a los rudos golpes de la vida es la fe.
La única ventana de trascendencia que podemos abrir cuando se clausuran todos los horizontes es la ventana de la fe.
Lo único que nos puede dar consuelo,
alivio y paz cuando la fatalidad inexorable se abate sobre el hombre
es la visión de la fe.
Esa fe nos dice que detrás de los fenómenos y apariencias
está aquella mano que organiza y coordina,
permite y dispone todo cuanto sucede en el mundo.
Contempla la vida en esta perspectiva,
jamás la fatalidad ciega se enseñoreará sobre nuestros destinos.
Yo sé que más allá de las explicaciones de primer plano,
aquella desgracia fue querida o permitida por el Padre.
Cierro, pues, la boca; beso su mano, quedo en silencio,
asumo todo con amor, y una profunda paz será mi herencia.
No habrá en este mundo eventualidades imprevisibles o emergencias dolorosas que puedan desequilibrar la estabilidad emocional de los que se abandonaron en las manos de Dios Padre".
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