"Ventana abierta"
LOS AÑOS DE VIDA OCULTA DE LA SAGRADA FAMILIA EN NAZARET
Siguiendo con el tema de María, de la Sagrada Familia en Nazaret, durante lo que llamamos los años de la vida oculta, creo que su normalidad debió de ser tan completa que estoy seguro de que el Niño Jesús atravesó en esos años más de una vez situaciones típicas de cualquier niño de cualquier familia; es decir, estoy seguro de que el Niño Jesús también alguna vez se puso enfermo.
¿Qué sintió la Virgen ante eso?
Alguno puede pensar: "¡Bueno, eso es una minucia, una tontería, no sirve para nada, imitar a la Virgen en ese momento no sirve para nada!".
Conozco a muchas parejas que tienen niños, sobre todo cuando tienen su primer niño, hay que ver con qué angustia y con qué, a veces drama, quizá incluso excesivo, se toman esa fiebre, esa descomposición, esos pequeños vómitos que tiene la criatura, sobre todo si es verano, en fin con qué situación de preocupación viven enfermedades que después en la mayor parte de los casos se van a solucionar: No digamos cuando la situación es mucho más grave, cuando realmente nos encontramos ante un peligro, un peligro incluso de muerte, tpo una meningitis o cosas semejantes.
No podré olvidar nunca un caso al que tuve contacto hace unos años. Era una mamá que había perdido a su hija con más o menos catorce años, creo recordar, la niña se llamaba Alexia, aquella madre fue para mí un auténtico modelo de fe y, creo que no he encontrado nunca nada semejante, un modelo de fe no solamente porque estaba convencida de que su hija seguía viva, y esa fe, esa certeza en la resurrección, en la otra vida le había ayudado a soportar la pérdida de su hija, que había muerto de leucemia, no solamente por eso, lo que más me impresionó fue cuando me dijo:
"Le agradezco a Dios el tiempo que he estado con mi hija, yo no tenía ningún derecho a tener catorce años este don de Dios que era mi hija, en lugar de quejarme porque Dios me lo ha quitado, lo que hago es dar gracias por el tiempo que la he tenido sin tener derecho a ello".
Por eso yo me imagino a la Virgen María ante el pequeño Jesús enfermo, quién sabe incluso, si enfermo de muerte con la situación de aquella época. que quizá hoy con un antibiótico se podía curar, pero en aquel momento la mortalidad infantil era enorme; niños como él morían seguramente todos los días en Nazaret o en los pueblos de alrededor por cualquier cosa.
Quién sabe si María al pie de su Hijo Jesús, acostado en la cama, no diría como esta madre estoy seguro de que fue así, de que María en aquel momento o en aquellos momentos, porque quizá ocurrió más de una vez, le dijo a Jesús: "Te quiero y que se haga en ti lo que Dios ha decidido".
Y le dijo al Padre:
"Te repito lo que le dije al ángel, que se haga en mí, y en mi Hijo ahora, según tu voluntad. Te doy las gracias por el tiempo que le he tenido: Te doy las gracias, no tengo nada que exigirte y no tengo nada que reprocharte, es un misterio para mí -debió de decirle la Virgen María al Padre- es un misterio para mí, si decides llevártelo ahora, porque no ha podido cumplir su tarea de Mesías, pero que se haga en todo tu voluntad".
Queridos amigos, tendríamos que tener esa actitud de la Virgen, y no solamente cuando un niño está enfermo, sino cuando, por ejemplo, llega la hora de despedirse de alguien muy querido, cuando muere un familiar, un padre, una madre, un amigo, cuando esa muerte se produce viéndola venir, un cáncer por ejemplo, que va consumiendo a una persona, o cuando se produce de repente un accidente de tráfico o una parada del corazón.
Qué difícil es la muerte y, cómo se produce en nosotros un profundo desgarro, tenemos que tener la fe de aquella buena madre, la madre de Alexia, la fe de la Santísima Virgen para decir:
"Señor, acepto tu voluntad, que es un misterio para mí. No entiendo por qué me lo quitas, no entiendo por qué te lo llevas, es quizá tan joven, es un misterio para mí, pero acepto tu voluntad, y no me quejo porque lo pierdo, te doy gracias por el tiempo que lo he tenido".
Les invito a ustedes a ir a un Santuario que está en un sitio precioso, uno de los lugares inolvidables que cuando uno lo visita una vez, ya jamás deja de recordarlo, me refiero al Santuario de Torreciudad, que se encuentra en las estribaciones del Pirineo, del pre-Pirineo; allí se venera una imagen de la Virgen, la Virgen de Torreciudad, adonde los lugareños solía acudir a pedir a María la salud de los niños enfermos, allí acudió precisamente la madre del Beato Escrivá -hoy ya Santo- a pedir la salud de su hijo que estaba grave y la Virgen le concedió ese don.
Acudamos ante la Virgen a pedir por nuestros hijos enfermos, por nuestros hijos con problemas, por los enfermos de cualquier tipo, pero acudamos con esa actitud de María: "Que se haga en mí según tu voluntad. Gracias por el tiempo que lo he tenido".
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