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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 23 de julio de 2023

Reflexión: "¡ROMPE LAS CADENAS!" Domingo, 23 - Julio - 2023

  "Ventana abierta"

¡ROMPE LAS CADENAS!
Web católico de Javier Olivares

Conocí a Raúl en un curso, tres años después de haber sido liberado de un secuestro. Sus captores lo habían encerrado en un armario durante seis meses amarrado con cadenas.

Me hablaba con un entusiasmo pleno de ilusiones y de afecto, parecía feliz a pesar de haber soportado una experiencia tan dolorosa y destructiva.

- ¿No sientes rabia o rencor contra tus captores? -le pregunté  abiertamente-.

Me miró, se frotó la cara con las manos y su rostro se ensombreció por un instante.

- Acabo de salir, -respondió con firmeza-, no fue fácil. Mi desesperación y mis rencores eran mi peor tortura, pero un día decidí que ya no quería cargar más las cadenas.

- ¿A qué te refieres? -dije intrigado-.

- Yo estuve secuestrado con otra persona, -replicó-. Nos liberaron al mismo tiempo. Después me la encontré, rabiosa y amargada, solo hablaba de su pasado, del daño irreversible que le habían causado, de lo crueles que habían sido, de lo feliz que se sentiría el día en el que se hiciera justicia.

Guardó silencio por un instante, como si revisara sus propias reflexiones.

- ¿Sabes? -prosiguió después de una pausa-, al ver a esta persona me di cuenta que daba lo mismo que lo hubieran liberado, que su cuerpo estuviera libre, porque él había decidido continuar secuestrado en su mente, en su dolor, en su pasado. Prefería pensar en sus captores, no disfrutaba de su familia, ni de la posibilidad de construir el presente ni el futuro que le dio la vida.

- Pero, ¿cómo se puede olvidar algo tan duro? - seguía interrogando-.

-Mis captores me quitaron la libertad, pero no voy a permitir que me quiten mi tranquilidad. Si yo continúo alimentando este rencor, les estaré dando mi vida; es como si eligiera llevarlos conmigo en cada momento, por el resto de mis días. Ni mis seres queridos ni yo nos
merecemos eso, la verdadera venganza será mi felicidad, dejarlos atrás y disfrutar de cada instante de mi vida.

Hizo una pausa y miró hacia adelante con una expresión alegre.

- Las verdaderas cadenas -concluyó- las tenemos en nuestra mente cuando decidimos continuar apegados al dolor, al resentimiento o al pasado. Eso es peor que un armario oscuro, -dijo con énfasis y prosiguió-, yo prefiero que los míos me recuerden como alguien que supo reacoger la alegría de la vida y no como alguien que se quedó alimentando la rabia y la autocompasión.

¿Cuáles son las cadenas que podrías empezar a soltar ahora? ¿Cuáles son los eventos pasados o presentes que puedes dejar de alimentar con rabia o dolor?  En cada momento puedes decidir agravar tu herida o empezar a sanarla para siempre.

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