"Ventana abierta"
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
Entrar en la presencia del Espíritu Santo es
lograr que por un momento él sea el único importante. Eso produce un deleite
diferente y superior a cualquier otro placer, un gozo del cual nos privamos
muchos creyentes.
El tiempo de oración puede ser un tiempo vacío
y superficial, puede convertirse en un momento en que pensamos en nuestros
problemas, planificamos cosas, imaginamos cómo resolver alguna dificultad de
nuestra vida. Nos buscamos a nosotros mismos. Pero allí no nos encontramos con
el Señor. Eso todavía no es entrar en la presencia del Espíritu Santo. Eso es
hablar con uno mismo, porque allí Dios no ocupa el centro de nuestra atención,
y ni siquiera es una presencia que nos interese; él es frecuentemente un
decorado de nuestro tiempo de reflexión donde nos ocupamos de nuestra propia
vida, analizamos, resolvemos, soñamos, y terminamos rezando un Padrenuestro
para creer que hemos alimentado nuestra dimensión espiritual.
Por eso es tan importante invocar al Espíritu
Santo antes de ponernos a orar, y pedirle que él nos haga reconocer la mirada
de Jesús llena de amor, sus brazos que nos esperan, y que nos ayude a
escucharlo a él más que a nuestra propia mente. El Espíritu Santo es el que nos
mueve a orar de verdad. Por eso, no deberíamos comenzar ninguna oración sin
invocarlo a él.
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