"Ventana abierta"
ÁNGELUS
TAMBIÉN A MARÍA LE DIERON UNA MALA NOTICIA
P. Santiago Martín
Franciscanos de María
En la vida nos dan continuamente noticias, vivimos en la época de los medios de comunicación y necesitamos estar bien informados.
A veces esas noticias son buenas y, otras veces en cambio, son noticias no solamente desagradables, sino que cambian profundamente nuestra vida.
Pienso por ejemplo en la noticia que puede recibir un padre, una madre, a propósito de que su hijo acaba de tener un accidente de tráfico, en la noticia de que tienes un cáncer, en la noticia de que ha muerto un ser querido, en la noticia de que te has quedado sin empleo, en la noticia de que de repente descubres que tienes sida, es decir, pienso en tantas realmente malas noticias y, creo que también para ese momento de nuestra vida podemos ver en María un ejemplo, un modelo de comportamiento a seguir, porque también Ella le dieron una muy mala noticia.
Ella se había quedado en Betania, estaba allí mientras su Hijo había partido para hacer la Última Cena con los apóstoles.
Les hablé a ustedes la vez pasada de cómo debió de ser su comportamiento en aquella despedida de Jesús.
Ella se había quedado en Betania y, esperaba, sabía que algo iba a ocurrir, su Hijo de alguna manera le había anunciado e incluso le había pedido que mantuviera la fe. Sabía que algo importante, decisivo iba a ocurrir.
Yo creo que desde hacía mucho tiempo Ella sabía que su Hijo no era el Mesías glorioso, el Mesías militar, su Hijo tenía otro tipo de mesianismo; lo que no sabían era ni el cuándo ni el cómo, pero su intuición de Madre seguramente le estaba diciendo que aquel momento era ya casi inminente.
El caso es que probablemente Ella aquella noche no durmió.
No me imagino a la Virgen acostada tranquila con aquella cosa dentro de su corazón. Y, por eso cuando al alba debió de llegar Juan Evangelista corriendo a Betania a darle la noticia, a Ella no la pilló acostada como al resto de los amigos, como a los dueños de la casa: a Lázaro, a Marta, a María. Seguramente a Ella le pilló despierta porque se había pasado la noche en vela, en una relación permanente con su Hijo a pesar de la distancia, unida a su Hijo, sosteniendo ya a su Hijo, sosteniéndole en aquella hora del Huerto de los Olivos, cuando no tenía ni siquiera la compañía y el apoyo de sus discípulos que se habían quedado dormidos.
A María, aquella noticia le sorprendió naturalmente, pero de alguna manera la esperaba y, no la encontró -como digo- desprevenida, la encontró la preparada. Hubo por lo tanto dos sorpresas en aquella casa en la noche del Jueves Santo, en el alba del Viernes Santo.
Una fue la noticia, de que a Jesús le habían cogido prisionero y se lo habían llevado los sicarios, los guardias de los sacerdotes, y de que probablemente estaban preparando un juicio fulminante para matarle.
La otra sorpresa debió de ser ver a María.
Yo no me imagino a la Virgen María -quizá como hubiera sido lo normal- desesperada, dando gritos, recorriendo los rincones de la casa mesándose los cabellos, maldiciendo a los hombres, quien sabe si también renegando de Dios.
No me imagino a la Virgen María queriendo salir corriendo hacia Jerusalén para hacer no sé qué tipo actividad.
Probablemente Juan le dijo que en medio de la confusión, del miedo, ya quizá alguno había partido a conseguir noticias.
De hecho Pedro, lo había hecho ya, se había acercado a casa de Caifás, y allí estaba en la noche anterior cuando le reconocieron los criados, los sumos sacerdotes, y él negó tres veces.
Imagino en cambio a María en medio del dolor espantosamente contrita, espantosamente sufriendo. Me imagino a María que se recoge en oración y que sabe que ha llegado la hora, que detrás de estos planes de los hombres, de las traiciones, por ejemplo la de Judas, detrás de las incomprensiones, detrás de todo esto está la mano de Dios; que la hora para la cual su Hijo había venido al mundo, la hora decisiva ha llegado y, que esa hora la tenía que vivir Ella junto con su Hijo, exactamente como su Hijo lo había pedido.
Ha llegado la hora y, ha llegado la hora por lo tanto de dar la medida para la cual Dios había estado preparándola, como Dios había estado preparando a su Hijo y, esa medida Ella la tenía que dar sosteniendo a su Hijo con la oración.
Por eso, queridos amigos, María de la Noticia, de la mala Noticia, es la Mujer que cree en el amor de Dios, la Mujer que cree que cuando ya no se puede hacer nada, cuando ya no hay médicos, cuando ya no hay soluciones, queda sin embargo la gran solución que es la de rezar, la de acompañar al ser querido con nuestra arma más poderosa que es la oración.
Quiero invitarles a que vayan ustedes a Bayona en Pontevedra a rezar ante la "Virgen de la Anunciada", cuando tengan algún momento así difícil, a pedirle a María que nos ayude a no desesperar, Ella que conoció todos nuestros problemas, Ella que sabe perfectamente, que ha vivido en carne propia lo que es cada una de nuestras dificultades, Ella nos puede dar un modelo, un ejemplo, una ayuda.
Comportémonos como Ella, no desesperemos, no creamos que Dios nos ha abandonado aunque las circunstancias nos lo estén gritando y, acompañemos a esa persona que está sufriendo, a esa persona que quizá se encuentra más desesperada que nosotros con nuestra oración, sosteniéndola como María sostuvo a su Hijo Jesús en el momento de la agonía en el Calvario.
Feliz día para todos.
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