"Ventana abierta"
MADRE DE LA DIVINA GRACIA
Franciscanos de María
Quisiera terminar en esta meditación sobre las Bodas de Caná comentando un título que le damos a la Santísima Virgen, que lo decimos cuando rezamos las letanías, y que me parece especialmente significativo: "Madre de la Divina Gracia".
"María, Madre de la Divina Gracia" es Aquella que se encuentra ante su Hijo y, que tal y como vemos en las Bodas de Caná, consigue de su Hijo una gracia particular, un favor, un milagro, en este caso la conversión del agua en vino.
"Mujer, no ha llegado mi hora" -le dijo a su Madre-.
Pero la Madre es distinta, la Madre tiene un cierto poder sobre el Hijo, Ella como criatura es por supuesto inferior al Creador, Ella como discípula está por debajo del maestro, pero Ella como Madre, siguiendo el orden de la naturaleza humana, está -digamos- por encima de su Hijo y utiliza ese ascendiente que tiene para pedirle al Hijo que haga el bien hacia alguien que tiene un problema y, esto es un hecho histórico, no solamente porque María lo pide, sino porque el Hijo la obedece.
¿Es la Mediadora -como algunos pretenden- de todas las gracias?
Eso está en discusión y, yo creo, que son los teólogos seleccionados por el Vaticano y, en último extremo el Santo Padre que es el que tiene realmente el poder de decir cuándo un dogma nuevo se puede proclamar, son ellos los que tienen que estudiarlo, los que tienen que decidirlo, no nos compete a nosotros, sencillos, entrar en esas cuestiones. Lo que nosotros sí que sabemos es que María, gracias a María, nos vienen muchas gracias, ¿todas? No lo sé, pero desde luego muchas, muchísimas, sí que lo sabemos.
No hagan caso a aquellos que dicen, que a Dios, a la Virgen, o a los Santos no hay que pedirles cosas.
Hay que pedirles cosas, lo dijo Jesús:
"Pedid y se os dará".
¿Por qué no pedimos la santidad?
De hecho, en todos los sitios donde ha habido apariciones marianas, incluso aquellas que todavía no están aprobadas por la Iglesia -por supuesto no condenadas- sobre todo aquellas que ya están aprobadas: Fátima, Lourdes, en todos los sitios donde ha habido apariciones marianas se produce el mismo fenómeno, una multiplicación de conversiones. Y es muy frecuente ver en esos sitios cómo abundan los confesionarios, porque hay mucha gente que llegando allí, a veces para pedir un milagro físico, se encuentran con el corazón tocado por la Virgen y, lo que reciben es el gran milagro de la conversión.
Les invito a ustedes a que en esta ocasión acudan ante Nuestra Señora de Altagracia, venerada en Siruela, provincia de Badajoz.
Allí acudan ustedes a pedirle la ayuda, la gracia a la Santísima Virgen María. No es Ella la que hace los milagros, Ella es la que consigue que Jesús haga los milagros.
Pídanle a Ella que su Hijo les haga los milagros que necesiten. Pídanle sobre todo que les haga el milagro de la propia conversión.
Feliz día para todos.
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